La investigación genealógica en Centroamérica

Mauricio Meléndez Obando

En esta sección se pretende dar un vistazo general sobre las principales fuentes de investigación en Centroamérica, así como algunas consideraciones de carácter genealógico fundamentales para la comprensión de nuestras raíces –pluriétnicas y pluriculturales, por supuesto– más remotas.

Parte del siguiente trabajo se presentó en Uniendo Generaciones, Primera Conferencia Hispana de Historia Familiar, en Provo, Utah, EE.UU., organizada por el grupo Legado Latino de la Universidad de Bringham Young.

La actividad se celebró el sábado 19 de setiembre de 1998 y en ella participamos expositores de toda Hispanoamérica.

La genealogía en América Central

Desde el surgimiento de la genealogía moderna, en el siglo XIV, cuando se intentó sistematizar la presentación de los árboles genealógicos por primera vez, han pasado cientos de años hasta llegar a la consideración científica de esta ciencia, con la aparición de los métodos críticos en historia, el estudio de las fuentes, de la paleografía y la diplomática.

Los mitos han empezado a caer dando lugar a estudios serios y realistas sobre las familias de nuestros antepasados.

La llegada de los españoles a América marcó un punto de referencia obligatorio en nuestra historia porque con ellos empezó un proceso al que me referiré más adelante: el mestizaje.

Los españoles traían una cultura que se impuso a las que hallaban en los distintos territorios que conquistaron, salvo algunas pocas excepciones.

Con ellos llegó también el cristianismo, cuya expansión resultó fundamental para sus intereses socioeconómicos.

En el caso centroamericano, podemos partir de Guatemala –capital de la Capitanía General del mismo nombre, también llamado Reino de Guatemala–, en 1524.

Sin embargo, años antes había sido fundada Panamá, en 1519, aunque geográficamente parte de América Central, históricamente se ha segregado del devenir del resto de Centroamérica.

El desarrollo de la genealogía en Centroamérica es reciente (siglo XIX), pese a que las principales familias atesoraban cuadros genealógicos, probanzas y concesiones reales, que probaban la pertenencia a la élite, casi siempre descendiente de los primeros conquistadores y pobladores españoles en esta región.

Para la época colonial, se pueden hallar probanzas, mercedes reales, limpiezas de sangre y otros documentos con información genealógica cuyo fin único era probar una filiación o la pertenencia a una clase específica, casi siempre a la española, con la esperanza de lograr un beneficio específico.

De hecho, la genealogía en Centroamérica, como en casi toda Hispanoamérica tiene un origen clasista e hispanocentrista; sea en la documentación colonial y en sus primeros años de desarrollo, el interés se centra en familias españolas y con poder económico o político (o ambos).

Así, los primeros genealogistas, los precursores, hacían sus trabajos para exaltar la importancia de una familia determinada, y todavía hoy, lamentablemente, muchos genealogistas se interesan por esta ciencia en tanto los pueda llevar, exclusivamente, a la que muchos consideran aún “la madre patria”: España.

No obstante, se debe mencionar que algunos trabajos, con intenciones más científicas, sobre familias tradicionalmente poderosas se convierten en importantes fuentes para el estudio de los grupos oligárquicos –social, política y económicamente–.

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Dibujo de las carabelas de Colón, de José María Figueroa Oreamuno.
(Fuente: Álbum de Figueroa, Archivo Nacional de Costa Rica).

El mestizaje

Como se dijo, con la llegada de los españoles a América empezó un proceso cuyas consecuencias aún se manifiestan en nuestra sociedad. El mestizaje fue el resultado de la mezcla entre el español y dos grupos distintos: los amerindios (o indígenas americanos) y los africanos (traídos como esclavos de Africa).

En un inicio, el mestizaje empezó entre españoles e indígenas, luego, con la llegada de los esclavos, con quienes se pretendió sustituir la mano de obra indígena, las mezclas se acrecentaron pues se mezclaron españoles con negros, indígenas con negros, y todos los mestizos resultantes, a su vez, se mezclaron entre sí.

Paradójicamente, las investigaciones (histórico-genealógicas y genéticas) están comprobando que la mayoría de los centroamericanos (latinoamericanos) somos descendientes tanto de encomenderos como de indios; de amos como de esclavos; de “conquistadores” como de “conquistados”.

El sistema colonial generó relaciones complejas entre conquistadores, indios y esclavos, quienes mantenían nexos ambiguos porque unos y otros, frecuentemente, estuvieron ligados por lazos de sangre: padres dueños de sus esclavos o encomenderos que tenían hijos con las indias de su encomienda, encomenderos amantes de sus indias, dueños amantes de sus esclavas, mujeres dueñas de la amante de su marido y de los hijos naturales de este, abuelos dueños de sus nietos, hermanos amos de sus hermanos...

Entonces, si se pretende llegar a un conocimiento integral del origen de los pueblos latinoamericanos, es fundamental el estudio de la encomienda y la esclavitud, que afectaron ampliamente las relaciones socioeconómicas durante la Colonia y aun después de la independencia.

La encomienda y la esclavitud llegaron a todos los rincones de América y aunque en cada lugar tuvo diferentes impactos, en todos desempeñaron un papel relevante. Ahora bien, estos sistemas originalmente económicos dieron paso a otros fenómenos sociales, como el racismo.

El primer grupo humano esclavizado en América fue el indígena, que más tarde fue sustituido por el hombre africano, por lo menos legalmente. Los los indios siguieron trabajando para los españoles, en los regímenes de la encomienda, la mita y las reducciones.

El aporte de los indígenas en la época colonial para el desarrollo de las ciudades centroamericanas fue fundamental pues el sistema de la encomienda generó las riquezas con que los españoles edificaron sus ciudades, iglesias y viviendas durante los primeros años de la colonia.

Asimismo, el exterminio de miles de indios fue el resultado de la sobreexplotación, de la exposición a las enfermedades traídas por los españoles y el mestizaje forzoso a que fueron sometidos.

El proceso de mestizaje se dio más intensamente en las principales ciudades del Istmo, donde basta revisar los documentos sacramentales de la época colonial para encontrarnos cientos de mestizos, mulatos y zambos. Así, tenemos que Panamá fue fundada en 1519; León y Granada de Nicaragua, en 1524; Guatemala, en 1524; San Salvador, en 1525; Comayagua de Honduras, en 1537, y Cartago, en 1561.

El proceso de mestizaje en los países centroamericanos empezó, entonces, en el siglo XVI y adquirió mayores proporciones en el siglo XVII, cuando españoles, indios, africanos, mestizos, mulatos y zambos incrementaron sus mezclas entre sí.

Por ejemplo, para el caso costarricense, por haber sido un periodo de conquista tardío, encontramos mestizos entre los primeros conquistadores y colonizadores de origen europeo. Francisco de Fonseca, de las huestes de Juan Vázquez de Coronado, era hijo de mulato, y Alonso de Cáceres, soldado de Perafán de Rivera, era de color moreno.

El proceso había comenzado con la conquista misma, cuando fue frecuente que los españoles violaran a las indias de los pueblos que iban sometiendo; o que recibieran indias como regalo de los caciques o principales de los pueblos vencidos o aquellos que se aliaban a ellos.

Durante la colonia y aun en tiempos más recientes, la movilidad de individuos de un país de Centroamérica a otro ha sido una constante.

Ya desde el siglo XVII, en toda Centroamérica, se hallan referencias de mestizos, esclavos mulatos, mulatos blancos y cuarterones de indio o negro, quienes paulatinamente se fueron mezclando con el resto de la población.

Para principios del XVIII, hallamos cientos de familias mestizas y mulatas en las principales ciudades coloniales; de hecho, hubo poblaciones predominantemente mestizas o mulatas esparcidas por todo el istmo.

De todos los países centroamericanos, Guatemala parece haber sido el más estricto en cuanto a la clasificación de sus pobladores; al menos en Ciudad de Guatemala había libros diferentes para las distintas clases: indios, españoles y gente ordinaria (mestizos, mulatos y esclavos).

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Fuentes para la investigación en Centroamérica

Las fuentes documentales en Centroamérica han sufrido diferentes suertes a través de los siglos. Mucha documentación se perdió hace cientos de años, otras más recientemente en guerras o por la desidia de quienes debían custodiarla adecuadamente. A continuación haré una descripción somera de las fuentes existentes, la mayoría de ellas microfilmadas por la Sociedad Genealógica de Utah. En aquellos casos que no estén disponibles en microfilmes haré las observaciones pertinentes.

Asimismo, incluiré un inventario detallado sobre las principales parroquias de Centroamérica, que elaboró el investigador alemán Udo Grub y que en algunos casos no corresponde a los índices ni rollos microfilmados por los mormones.

Guatemala

Este país, uno de los más poderosos en tiempos coloniales por residir en ella el gobierno de la Capitanía General o Reino del mismo nombre, cuenta con dos de los archivos más importantes de la región tanto por el valor genealógico de la documentación que custodian como por su volumen y antigüedad: el Archivo Arquidiocesano Francisco de Paula García Peláez y el Archivo General de Centroamérica.

Además, por haber sido la capital del Reino de Guatemala, al que pertenecían Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, preserva documentación de interés para las personas naturales de tales países, principalmente de El Salvador, Honduras y Nicaragua.

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En el costado norte (fuera de foco) de la Catedral de Guatemala se halla el Archivo Arquidiocesano Francisco de Paula García Peláez. (Foto: Mauricio Meléndez).

El archivo eclesiástico García Peláez, conserva registros sacramentales (cuando hablo de registros sacramentales me referiré básicamente a bautizos, matrimonios y defunciones, a veces se incluye confirmaciones) –los únicos microfilmados– tan viejos como 1577 (por cierto los primeros libros de matrimonios y bautizos, por motivos que desconozco, no fueron microfilmados en su momento por la Sociedad Genealógica). Asimismo, por ser el Sagrario la principal parroquia del reino de Guatemala, los libros fueron llevados con mucho orden y cuidado en dos series hasta la independencia de España, en 1821, con libros para españoles (criollos y peninsulares) y para lo que se llamó en aquella época “gente ordinaria”. Para las distintas series y sacramentos faltan algunos años, pero no representan lagunas insalvables.

Asimismo, este archivo (que no fue abierto al público hasta 1987 y que actualmente, para nuestro pesar, está cerrado) custodia documentación muy diversa de gran valor histórico y genealógico. Entre otros asuntos, se pueden hallar ordenaciones sacerdotales, capellanías, fundaciones, cofradías, hermandades, expedientes y dispensas matrimoniales, limpiezas de sangre, juicios civiles y criminales, divorcios y juicios testamentarios.

Tiene particular importancia para la región norte de Centroamérica, principalmente en la colección de expedientes matrimoniales, muchos de ellos con dispensas por parentesco consanguíneo entre los contrayentes (en los que se incluyen los árboles genealógicos de los novios).

De hecho, para El Salvador tiene una relevancia fundamental pues antes del siglo XVIII la existencia de información es prácticamente nula en territorio cuscatleco.

El juzgado de testamentos, capellanías y obras pías fue particularmente fructífera desde la fundación de la diócesis de Guatemala en 1534 hasta 1871; esta serie contiene gran cantidad de información de valor genealógico.

También se halla información importante en la sección del Colegio Seminario de Nuestra Señora de la Asunción, constituido en 1597 y del cual hay datos de aspirantes de toda Centroamérica hasta 1851. En otras series se encuentra información sobre las monjas de los distintos conventos de la capital guatemalteca, únicos sitios en todo el reino para las mujeres que tuvieran aspiraciones religiosas.

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El Archivo General de Centroamérica, en plena capital guatemalteca,
custodia documentación de todo el istmo que data del siglo XVI
y llega hasta la Independencia. (Foto: Mauricio Meléndez).

Luego tenemos el Archivo General de Centroamérica, cuya documentación más antigua (1541) data de pocos años después de la fundación de la Ciudad de Guatemala.

En este reservorio se conserva información de toda Centroamérica, pero de particular interés para salvadoreños, nicaragüenses, guatemaltecos y hondureños y en mucho menor medida para Costa Rica. Esto se debe a que gran parte de la serie referente a Costa Rica fue entregada a las autoridades gubernamentales de mi país el siglo pasado, quienes la depositaron en el Archivo Nacional de Costa Rica, donde hoy se conserva.

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Vista de uno de los depósitos documentales del Archivo General de Centroamérica,
Ciudad de Guatemala. (Foto: Mauricio Meléndez).

Quizá una de las series más importantes y completas en el Archivo General sea la que se refiere a los protocolos de la ciudad de Guatemala, la cual fue microfilmada casi en su totalidad por la sociedad genealógica de Utah (digo casi en su totalidad porque recientemente se hallaron más legajos de esta serie que habían estado guardados bajo unas gradas desde hace quién sabe cuánto tiempo). En ella se puede encontrar testamentos, donaciones y legados, compraventas, obligaciones financieras y negocios, entre muchos otros datos desde 1541 hasta entrado el presente siglo.

Asimismo, otras series microfilmadas se refiere a las informaciones matrimoniales, mercedes y nombramientos reales, tierras y propiedades, mortuales (citados en las microfichas como juzgado general de bienes), desde 1541 en adelante y para todos los países de Centroamérica, aunque en menor medida de Costa Rica por la razón antes comentada.

También fueron microfilmados los padrones que se custodian en este archivo desde 1599 y para diversos lugares del reino.

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Sección de los ficheros del Archivo General de Centroamérica, Ciudad de Guatemala.
(Foto: Mauricio Meléndez).

Debo agregar, que han sido microfilmados gran cantidad de archivos parroquiales tan valiosos como el García Peláez, tanto de la Ciudad de Guatemala como de otras provincias (San Sebastián, El Calvario, La Candelaria, Cobán, Chiquimula, Escuintla, Quezaltenango, Huehuetenango y Chichicastenango, entre otras). Algunas de las informaciones de estas parroquias datan de fines del siglo XVI o principios del XVII.

Se debe añadir que Guatemala es el país centroamericano cuyas series sacramentales y civiles han sido microfilmados de manera más completa, aunque en una revisión de las versiones disponibles en Family Search no parecen estar todos los libros.

Para tiempos más recientes, hoy se pueden hacer consultas del Registro Civil de Guatemala en los archivos microfilmados por los mormones.

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Los investigadores cuentan con todas la facilidades en el Archivo General de Centroamérica, donde pueden consultar documentación de todo la región centroamericana, incluida Chiapas, que en tiempos coloniales era jurisdicción de Guatemala. (Foto: Mauricio Meléndez).

Honduras

Honduras no ha corrido con tan buena suerte como la de Guatemala en cuanto a la conservación del patrimonio documental, pero para fortuna de los hondureños, en Guatemala aparece alguna información de valor genealógico para ellos.

Hay tres sitios de gran importancia en tierras catrachas, pero cuyas series están muy incompletas a causa de la pérdida documental irremediable.

El Archivo Eclesiástico del Museo Colonial de Comayagua, contiene series sacramentales de distintos pueblos o ciudades del país, que dependían eclesiásticamente de esta ciudad fundada en 1537 y que por muchos años fue capital de la provincia de Honduras. (Hay datos de Tegucigalpa, Comayagua, Cedros, Ojojona, Santa Rosa, Yoro, Siguetepeque y Olanchito). Los datos más antiguos que se han conservado datan de 1694. Imagínense ustedes que se han perdido más de 150 años de documentación.

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Frente al costado sur de la catedral de Comayagua se haya el Archivo Eclesiástico del Museo Colonial de esa ciudad, que custodia importante documentación genealógica. (Foto: Mauricio Meléndez.)

Actualmente, gracias al programa de microfilmación de los mormones y de la puesta en línea de las colecciones sacramentales, se cuenta con diversas series del país. Sin embargo, aún no es posible realizar búsquedas sofisticadas.

También hay información que no fue microfilmada, principalmente expedientes matrimoniales, capellanías y obras pías.

Luego tenemos el Archivo de la Catedral de Tegucigalpa, que conserva información sacramental capitalina desde 1684 hasta nuestros días, la cual fue microfilmada por completo.

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Vista parcial de depósito documental del Archivo Nacional de Honduras, en Tegucigalpa.
(Foto: Mauricio Meléndez).

Finalmente, contamos con el Archivo Nacional de Honduras, en estado muy deplorable, microfilmado lamentablemente en forma parcial. Hay testamentos y mortuales, pero mucha de la documentación está en pésimas condiciones. Es urgente su microfilmación antes de que los documentos desaparezcan por la acción del tiempo y el descuido del hombre.

También se ha microfilmado en otras parroquias como La Paz, Intíbuca, Lempira, Olancho y Valle.

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Vista parcial de la Sala de Consulta del Archivo Nacional de Honduras, en Tegucigalpa.
(Foto: Mauricio Meléndez.)

El Salvador

En este país, como el antecedente, se ha perdido mucha información sobre todo la referente al siglo XVI y gran parte del XVII; algunas lagunas pueden ser subsanadas con la documentación custodiada en Guatemala, pero principalmente la que trata a las familias poderosas.

Hay en El Salvador tres fuentes básicas de información: el Archivo del Palacio Arzobispal en San Salvador, la Biblioteca Nacional de El Salvador y el Archivo Nacional.

De estos, el Archivo del Palacio Arzobispal conserva las series sacramentales de diferentes partes del país desde 1741 al presente, pero tales series están muy incompletas.

Los mormones han puesto a disposición de los cibernautas, las series sacramentales que ellos lograron microfilmar; no obstante, aún no es posible realizar búsquedas sofisticadas.

De la Biblioteca Nacional de El Salvador se han microfilmado algunos documentos, pero lamentablemente no tienen un valor genealógico general.

En el caso del Archivo Nacional, no se ha microfilmado ninguna de las series que este conserva.

Hay, sin embargo, algunas localidades para las que hay información sacramental microfilmada de los archivos parroquiales, tales como Cabañas, Chalatenango, Chiloé, Cuscatlán y La Libertad.

Asimismo, en cuanto al Registro Civil salvadoreño, está ya en la base de Family Search y permite búsquedas, lo que facilita la investigación en la Web.

Costa Rica

De todos los países del istmo, quizá el que corrió mejor suerte fue Costa Rica, pues por ser una zona periférica y de relativa poca importancia durante la época colonial no se vio sometida al saqueo de los piratas, que afectó ampliamente algunas ciudades nicaragüenses, hondureñas y panameñas. Además, en el siglo pasado se contó con personalidades civiles y eclesiásticas que velaron por el rescate de la documentación colonial y poscolonial para las futuras generaciones.

Otro elemento que contribuyó en la conservación documental fue el que las guerras internas no fueran tan encarnizadas como en otras zonas del istmo.

Así, en mi país hay dos fuentes documentales de primer orden: el Archivo Eclesiástico de la Curia Metropolitana y el Archivo Nacional de Costa Rica.

El Archivo Eclesiástico de la Curia Metropolitana, cuya existencia data del siglo pasado, no fue abierto plenamente al público hasta la década de los 80. Este custodia información sacramental desde fines del siglo XVI y de manera continua hasta el presente.

La gran mayoría de las series sacramentales del país han sido microfilmadas por la Sociedad Genealógica de Utah, salvo algunas parroquias de la diócesis de El General y Alajuela. Esperamos que pronto se logre hacer.

Asimismo, recientemente fueron microfilmadas dos de las series más ricas –por su contenido genealógico e histórico– que conserva este archivo, me refiero a la sección de Fondos Antiguos, por un lado, y a la sección de Expedientes Matrimoniales, por otro.

En la primera se hallan informaciones matrimoniales de extranjeros, juicios eclesiásticos, fundaciones de capelllanías y dispensas de consanguinidad, entre otros asuntos. En la segunda, se encuentran los expedientes matrimoniales de cientos de costarricenses, de consulta genealógica obligatoria.

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El Archivo Nacional de Costa Rica, que fue trasladado de la capital a Zapote (al sureste de San José), es, sin duda, el mejor organizado de Centroamérica. (Foto: Mauricio Meléndez).

Por otro lado, el Archivo Nacional de Costa Rica, creado en la década de los ochentas del siglo XIX, custodia importante información histórico-genealógica que aún no ha sido microfilmada; esta incluye protocolos (donde hay testamentos, obligaciones, compraventas, donaciones, cartas dotales y arrendamientos, entre otras transacciones), mortuales (primordiales para los genealogistas), juicios civiles, limpiezas de sangre, probanzas de méritos y servicios de los primeros conquistadores y sus descendientes, entre otros.

A diferencia de los demás países centroamericanos, Guatemala no cuenta con tanta información de utilidad para Costa Rica, aunque la poca que se custodia en el Archivo General de Centroamérica no es despreciable y siempre ofrece elementos novedosos y curiosos.

Véase la sección La genealogía en Costa Rica (en construcción).

Panamá

Pese a que la ciudad de Panamá fue fundada en 1519, la documentación sacramental que se conserva es relativamente reciente y empieza en 1742. Esta se halla custodiada en el Archivo Parroquial de Nuestra Señora de La Merced, en el casco viejo y ya fue microfilmada por los mormones. Hoy se puede consultar directamente en Family Search, aunque no se pueden realizar búsquedas básicas ni sofisticadas.

Se han perdido más de 200 años de información, en algunos casos para siempre. Esta suerte corrieron los archivos panameños por las constantes incursiones de los piratas. Por ejemplo, en 1595 la ciudad fue destruida por Morgan (ruinas de Panamá La Vieja); entonces, la ciudad debió ser construida más al oeste en 1673.

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En el archivo de la iglesia de La Merced se encuentran los documentos sacramentales
más antiguos de la capital panameña. (Foto: Mauricio Meléndez).

Las lagunas pueden ser cubiertas, aunque muy parcialmente –al igual que para el resto de los países centroamericanos–, en el Archivo General de Indias, en Sevilla, España.

En Panamá, en algunas parroquias se conserva documentación sacramental desde principios del siglo XVIII hasta el presente. Es el caso de Parita, Penonomé, Los Santos, Santiago de Veraguas y La Chorrera, que ya fueron microfilmadas. Así como de épocas más recientes (siglo XIX) en Bocas del Toro, Colón y David. La información de estas y otras parroquias también pueden ser consultadas en Family Search.

Igual suerte corrieron los documentos civiles como mortuales y testamentos, custodiados en el Archivo Nacional de Panamá, los más antiguos datan de 1767 y no han sido microfilmados aún.

En cuanto al Registro Civil de Panamá, lamentablemente aún no está disponible en la base de datos de Family Search.

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En el casco viejo de Panamá se haya la catedral. (Foto: Mauricio Meléndez).

Nicaragua

El caso nicaragüense amerita especial mención porque el programa de microfilmación de los mormones empezó en este nuevo milenio. Apenas lograron microfilmar algunos pocos libros sacramentales de unas pocas parroquias de la jurisdicción eclesiástica de Granada (como Masaya, Jinotepe, Diriamba, Tipitapa y Granada).

Y pese a que la gran mayoría de archivos parroquiales nicaragüenses están perdidos, principalmente por los desastres naturales que ha sufrido este país y las consecuencias de la guerra interna que culminó con la caída de Anastasio Somoza en 1979, queda un depósito documental muy importante para la investigación genealógica, el Archivo Histórico Diocesano de León, hoy abierto al público, pero en precarias condiciones.

Este archivo es, sin lugar a dudas, el principal acervo documental de la colonia que se conservó en Nicaragua; sin embargo, su volumen posiblemente represente un pequeñísimo porcentaje de toda la documentación que debieron haber producido las autoridades eclesiásticas y civiles en este periodo (1524-1821) y posteriores.

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El Archivo Histórico Diocesano de León, frente al costado sur de la catedral leonesa, custodia la documentación más antigua que se conservó en suelo nicaragüense. (Foto: Mauricio Meléndez).

Se debe recordar que durante la colonia, León fue la capital provincial y que esta y Granada eran los principales centros de poder español al sur de la Capitanía General de Guatemala; su influencia se hacía sentir en Costa Rica.

Gracias a monseñor Marcelino Areas, quien escondió esta importante documentación durante la revolución sandinista, podemos hoy consultar gran parte de ella. Lamentablemente, no fue la misma suerte que corrió la información colonial que había subsistido en Juigalpa, Acoyapa y Rivas, entre muchos otros sitios, donde por descuido y conflictos bélicos fue destruida.

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Sala de consulta del Archivo Histórico Diocesano de León, que también es depósito documental.
(Foto: Mauricio Meléndez).

También tenemos el trágico caso de Granada, incendiada por el filibustero William Walker en 1856. No se sabe cuánta información subsiste en el Archivo Eclesiástico de Granada, al que no hay acceso, pero por buena fuente sabemos que se logró microfilmar algunos libros sacramentales correspondientes a esta ciudad. En Granada, la iglesia de La Merced custodia información que data desde 1844 (que yo pude consultar en una ocasión) y el Archivo Municipal de esa misma ciudad conserva información a partir de 1856.

Cosa similar ocurrió en la ciudad de Rivas, cuya información más antigua data de mediados del siglo XIX.

Del Archivo de León, me interesa destacar algunas secciones de los Fondos Curial Episcopal y Especial del archivo leonés; particularmente las secciones de Curia de Gobierno y Curia de Justicia, del primer fondo, y la Colección Municipal, del segundo.

Pese a que la documentación representa apenas una ínfima parte de la que debió haber existido en él, su valor es incalculable para la reconstrucción familiar nicaragüense, sobre todo porque la serie de expedientes matrimoniales incluye información de vecinos de prácticamente todo el país pues León era la cabecera eclesiástica en tiempos de la colonia; estaba por encima de Granada. Esta información comienza en 1783 y llega hasta nuestros días.

En el caso de la Curia de Gobierno y Administrativa, que está dividida en 19 series, me interesa resaltar dos de ellas: Ordenes y Matrimonios. En la primera, que comienza en 1711, se pueden hallar costarricenses, nicaragüenses y hondureños que estudiaron en el Colegio de San Ramón, de León, donde se graduaron. La segunda se trata de los expedientes matrimoniales desde 1782 (todos los anteriores no existen hoy; es decir se perdieron más de 250 años de información), se incluyen algunos de Costa Rica hasta 1850 (cuando se crea el Obispado de este país). Muchos expedientes incluyen solicitudes de dispensa de consanguinidad (sobre todo para nicaragüenses), lo que convierte esta sección en un “suculento platillo” para los genealogistas.

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La Casa de los Tres Mundos, en Granada, fue la residencia de los Adelantados de Costa Rica (los Montiel Vázquez de Coronado). Hoy –restaurada completamente– es un centro de promoción de la cultura, donde se ubica, entre otros, el Archivo Municipal de Granada. (Foto: Gina Vargas Calderón).

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El Archivo Municipal de Granada, que custodia documentos de mediados del siglo XIX en adelante, está en la Casa de los Tres Mundos, en Granada. Hay documentos de interés genealógico poco explotados.
(Foto: Mauricio Meléndez).

La Curia de Justicia incluye cuatro series, de las que quiero destacar tres: Juzgado de capellanías, testamentos y obras pías, Juzgado de Matrimonio y Juzgado eclesiástico. El primero, referido a la importante figura de las capellanías, comienza en 1684 y contiene información fundamental sobre esta institución en Nicaragua y sobre las familias de la elite nicaragüense (rara vez la costarricense); por eso, para los genealogistas, es de consulta obligatoria. El Juzgado de matrimonios se refiere a las solicitudes de divorcio interpuestas por las mujeres contra sus maridos, empieza en 1800 y casi todos se refieren a Nicaragua. Finalmente, la serie de Juzgado eclesiástico es complementario del Juzgado de Capellanías y comienza en 1696.

De la Colección municipal, en el Fondo especial, quiero destacar las secciones Judicial y Notarial: en la primera se incluyen las series Mortual y Criminal, y en la segunda, los Protocolos. Desconozco por qué esta documentación producida por las autoridades civiles llegó a este archivo, en el cual debía hallarse documentación producida exclusivamente por la Iglesia Católica.

Las mortuales empiezan en 1674 (es decir se perdieron más de 150 años) e incluye decenas de cajas cuya información permite reconstruir muchas familias nicaragüenses (principalmente leonesas) y en algunos casos seguir su rastro por casi dos siglos. La serie Criminal comienza en 1744 y como su nombre lo indica se refiere a los juicios criminales de la jurisdicción de León (robos, asesinatos, etc.).

Finalmente, me referiré a los Protocolos (muy pocos por cierto), de la sección Notarial; los más antiguos son de El Realejo y datan de 1667. Los de León comienzan en 1683. Aunque son apenas una muestra, se puede hallar abundante información genealógica, económica, sociológica y lingüística.

La serie civil que custodia este archivo es complementada por la documentación que conserva la Biblioteca de la Universidad Nacional de Nicaragua en León, que pertenecía a la Colección municipal y que incluye mortuales, juicios criminales y protocolos.

En cuanto a la información sacramental del Archivo Diocesano de León, sabemos que a principios del Siglo XX se conservaban aún libros de fines del siglo XVIII; sin embargo, actualmente las series sacramentales comienzan a principios del XIX y en algunos casos se trata de copias que se hicieron a fines del siglo pasado de los libros que estaban ya en muy mal estado, los cuales, posiblemente, fueron destruidos.

En cuanto al Archivo Nacional de Nicaragua, pese a que conserva alguna información antigua, la cantidad de documentos no es significativa. Se deber recordar que en 1931 ocurrió un terremoto en Managua que causó mucha muerte y destrucción.

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El Palacio Nacional, en Managua, alberga hoy el Archivo Nacional de Nicaragua. (Foto: Mauricio Meléndez).

El Registro Civil

Los registros civiles de América Central se crearon oficialmente entre 1877 (Guatemala) y 1914 (Panamá).

Sin embargo, los primeros registros anotados son más antiguos; los de El Salvador empiezan en la década de 1860 y los de Guatemala, en la década de 1870.

En cuanto a los registros civiles del Istmo, han sido microfilmados por los mormones los de El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y parcialmente los de Nicaragua (los de Managua).

Están organizados según departamento o provincias, de acuerdo con la división geográfica del país y son bastante completos. La mayoría de la serie microfilmada llega hasta 1930 y en algunos casos se incluyen índices que llegan hasta 1970.

No obstante, en cada registro civil se halla toda la información de los ciudadanos hasta el presente y, además, se considera información de carácter público, por lo cual, cualquier persona puede acceder a ella. La facilidad para hacerlo depende de cada oficina.

Quedan pendientes de microfilmar los registros civiles panameños y buena parte de los nicaragüenses, cuyo estado a principios del siglo XXI ignoro.

Por ejemplo, a principios del 2012, Family Search puso en línea los datos del Registro Civil de Managua, con un buscador bastante eficiente. También se pueden consultar los Registros Civiles de Guatemala, El Salvador y Costa Rica (en este último caso están los libros a disposición de los usuarios, pero no se cuenta con un buscador).

Registros civiles latinoamericanos

País

Año de creación

Argentina

1881

Brasil

1850

Bolivia

1940

Colombia

1865

Costa Rica

1888

Cuba

1885

Chile

1885

Ecuador

1901

El Salvador

1879

Guatemala

1877

Honduras

1881

México

1857

Nicaragua

1879

Panamá

1914

Paraguay

1880

Perú

1886

Puerto Rico

1885

República Dominicana

1828

Uruguay

1879

Venezuela

1873



Bibliografía consultada

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Zea, Leopoldo. “América Latina: largo viaje hacia sí misma”. Cuaderno de cultura latinoamericana Nº18. UNAN. México. 1978.

Archivos visitados

Archivo Arquidiocesano Francisco de Paula García Peláez, Guatemala

Archivo de la Catedral de Tegucigalpa, Honduras

Archivo Municipal, Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en León

Archivo Eclesiástico de la Curia Metropolitana, San José, Costa Rica

Archivo Eclesiástico del Museo Colonial de Comayagua, Honduras

Archivo General de Centroamérica, Guatemala

Archivo Histórico Diocesano de León, Nicaragua

Archivo Municipal de Granada, Nicaragua

Archivo del Museo Histórico-cultural Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica

Archivo Nacional de Costa Rica

Archivo Nacional de Honduras

Archivo Nacional de Nicaragua

Archivo Nacional de Panamá

Archivo Parroquial de Acoyapa, Chontales, Nicaragua

Archivo Parroquial de Escazú, San José, Costa Rica

Archivo Parroquial de Juigalpa, Chontales, Nicaragua

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de El Carmen, San José, Costa Rica

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de La Merced, Granada, Nicaragua

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de La Merced, Panamá

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de La Merced, San José, Costa Rica

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de La Dolorosa, San José, Costa Rica

Archivo Parroquial de Nuestra Señora de los Desamparados, San José, Costa Rica

Archivo Parroquial de San Felipe, León, Nicaragua

Archivo Parroquial de San Francisco, Rivas, Nicaragua

Archivo Parroquial de San Sebastián, Guatemala

Archivo Parroquial de San Sebastián, San José, Costa Rica