El costarricense más longevo

 

José Chepito Delgado Corrales cumplió 115 años

 

Mauricio Meléndez Obando

 

En varias ocasiones se ha dicho según rankings internacionales que los costarricenses somos los humanos más felices en el planeta. Será por eso que cada vez encontramos ticos tan longevos como Chepito, quien cumplió 115 años el pasado 10 de marzo del 2015...

Uno podría suponer que la felicidad nos lleva a una vida más relajada, anclada en el presente, en el día a día y con más endorfinas en el organismo, lo que generaría –a la larga– una vida más prolongada… ¿Quién sabe?

Lo que sí puedo decir es que científicos en todo el mundo están investigando seriamente la longevidad y sus posibles causas.

De hecho, hace algunos años, junto a mi colega genealogista Ramón Villegas Palma (q. e. p. d.) y un grupo de científicos comandado por la antropóloga costarricense Lorena Madrigal –profesora en la Universidad del Sur de la Florida, EE. UU.–, realizamos un trabajo sobre la longevidad en los cantones alajuelenses de Atenas y Palmares, donde hallamos buena cantidad de ancianos que sobrepasaban los 90 años y algunos incluso pasaban del siglo.

Los resultados aún no son concluyentes sobre las causas de tal longevidad, pero puede ser una mezcla de herencia genética, estilo de vida y ambiente…

Chepito, cuyo nombre es José Uriel de los Ángeles Delgado Corrales, sobrepasa cualquier expectativa promedio y aún las expectativas excepcionales de sobrepasar los 100 años; sería bueno realizarle un estudio de ADN para compararlo con el de otras personas que han rebasado los 110 años en el planeta…

Ignoro los detalles de por qué Chepito no está en el libro de récords Guiness, pues tiene 3 años más que Sakari Momoi, el japonés declarado el hombre más anciano del planeta el pasado 5 de febrero de 2015, cuando cumplió 112 años.

Según me comentó el periodista Emanuel Mora Morales, del programa Linajes, de Informe 11 –Repretel–, las monjas del hogar donde vive Chepito le dijeron que pedían muchos requisitos para incluirlo en el Guiness.

 

Foto de Chepito

José Chepito Delgado Corrales en marzo de 2015, cuando ya había cumplido 115 años.

(Foto cortesía de Emanuel Mora Morales)


De quiénes desciende

Así pues, la genealogía de José Delgado Corrales es digna de estudiarse.

Chepito nació en Escazú, a las 10 de la noche del 10 de marzo de 1900 y fue bautizado por el cura Yanuario Quesada en la parroquia de San Miguel, el 12 de marzo; sus padrinos fueron Teodoro Marín y Josefa Clara Chinchilla; se le consigna como hijo legítimo de Jesús Delgado A. y Gabriel Corrales M. (Véase Cuadro genealógico N°1).

Nunca casó pero tuvo varios hermanos, algunos de ellos con descendencia, según pudo determinar Mora Morales en sus pesquisas para desentrañar la historia de vida de Delgado Corrales.

 

Partida de bautizo de Chepito Delgado

Partida de bautizo de José Delgado Corrales, 12 de marzo de 1900. (Foto: M. Meléndez).

 

Cabe destacar que pese a la pérdida del libro de matrimonios de la parroquia de San Miguel de Escazú que incluía los matrimonios realizados entre el 27 de febrero de 1840 al 7 de enero de 1851, donde precisamente estaban los matrimonios de José Delgado Cascante con Paulina Herrera Reondo, de Santana Aguilar con Antonia de Jesús Sandí y de Justo Corrales Madrigal con Petronila Delgado León (todos bisabuelos de Chepito) sus filiaciones se pudieron realizar por los expedientes matrimoniales de consanguinidad.

Uno de los sistemas más simples y prácticos para escribir un árbol genealógico ascendente total, también conocido como genealogía de costados (o árbol de costados), es el método Sosa-Stradonitz, así denominado por Durye. En este método, la numeración fue ideada por el genealogista español Jerónimo de Sosa en 1676 y divulgada ampliamente por el alemán Stephane Kikule von Stradonitz a partir de 1898.

Este sistema consiste en numerar cada uno de los antepasados y el límite lo establece el investigador mismo pues se puede prolongar hasta el infinito (teóricamente, porque en realidad se puede continuar hasta donde las fuentes lo permitan).

Así, a toda persona le corresponderá un número. Al individuo del que se realiza la genealogía (en este caso José Chepito Delgado Corrales) llevará el número uno (1).

Partiendo del número 1, obtendremos, al aplicar la regla matemática, que el número del padre de este será igual a 1X2=2; y al sumarle 1 (2+1=3) da el número que le corresponde a la madre (3); estos conforman la segunda generación ascendente. Esta operación es válida para cualquier número y se deduce, entonces, que los números pares siempre antecederán a los varones y los impares a las mujeres. Por supuesto, si uno quisiera podría invertir este orden tradicional, producto de la genealogía patriarcal, y dar a las mujeres los números pares y a los varones los impares.

Ahora bien, idealmente, no debería ser solo una lista (a la que podríamos llamar esqueleto genealógico básico), habría que anotar los datos biográficos y familiares que permitan conocer al individuo y su familia, estos pueden presentarse después de los nombres de cada pareja de antepasados. Se deben añadir las fuentes de información de las que se toman los datos. En esta genealogía, por razones de espacio, apenas hemos citado algunos datos biográficos básicos de los antepasados de Chepito; por supuesto, para algunos habrá más información que para otros; incluso para algunas personas no resulta sencillo encontrar información.

Por supuesto, se podría añadir información referente al periodo histórico que le correspondió vivir a la persona y cómo tales hechos influyeron o pudieron haber influido en su vida.

En todo caso, la existencia de genealogías exhaustivas es excepcional porque precisamente se requería de la consulta sistemática de todas las fuentes existentes. Parafraseando a Palacios Botero (2002: 13), estamos ante una genealogía en construcción: su estructura está completamente definida y diseñada, pero su contenido debe complementarse, enriquecerse, ilustrarse a medida que los estudios de los antepasados, en este caso de José Delgado Corrales, Chepito, se completen y profundicen.

Los cuatro abuelos del número 1 conforman la tercera generación ascendente, y para conocer los números que se les deben asignar se efectúa la operación ya citada; se multiplica la cifra del padre de don Chepito por dos (2X2=4) y se obtiene así el número que le corresponde al abuelo paterno (4) y si se le suma a este 1 (4+1=5) da como resultado el número de la abuela paterna (5); por otra parte, si se multiplica el número de la madre de Chepito por 2 (3X2=6), se obtiene el número que corresponde al abuelo materno (6) y al sumarle la unidad (6+1=7), logramos el número de la abuela materna (7).

Por supuesto, el sistema permite avanzar o retroceder en la genealogía fácilmente: Si se quiere saber, en cambio, de quién es padre una persona, el número se divide entre 2 (por ejemplo, tenemos el número 8; entonces, 8÷2=4); pero si se trata de una mujer, primero le restamos 1 y luego lo dividimos entre 2; así sabremos de quién es madre (por ejemplo, 13; entonces, 13­-1=12÷2=6).

 

Chepito camaraman Edwin Araya

El camarógrafo Edwin Araya Durán mientras hacía una toma de un expediente matrimonial

para el reportaje de Linajes (Informe 11), en marzo de 2015. (Foto: M. Meléndez).

 

Este tipo de genealogía quedaría ordenada de la siguiente manera:

1. José Delgado Corrales, Chepito

Hijo de:

2. Padre de Chepito

3. Madre de Chepito

Nieto de:

4. Abuelo paterno de Chepito

5. Abuela paterna de Chepito

6. Abuelo materno de Chepito

7. Abuela materna de Chepito

Bisnieto de (o Segundo nieto de):

8. Bisabuelo paterno-paterno de Chepito

9. Bisabuela paterno-paterna de Chepito.

10. Bisabuelo paterno-materno de Chepito.

11. Bisabuela paterno-materna de Chepito.

12. Bisabuelo materno-paterno de Chepito.

13. Bisabuela materno-paterna de Chepito.

14. Bisabuelo materno-materno de Chepito.

15. Bisabuela materno-materna de Chepito.

Luego de los bisabuelos –cuarta generación ascendente–, se continuaría con los 16 tatarabuelos (o terceros abuelos), que conforman la quinta generación ascendente; después con los 32 cuartos abuelos (sexta generación ascendente); luego con los 64 quintos abuelos (sétima generación ascendente) y, finalmente, con los 128 sextos abuelos (octava generación ascendente); y en todos los casos, para numerarlos, se sigue la misma regla matemática.

Asimismo, se indicará la generación que se va a describir, como se muestra anteriormente, así entre los bisabuelos y tatarabuelos, se escribirá “Tataranieto de:” o “Tercer nieto de:”; entre los tatarabuelos y los cuartos abuelos, “Cuarto nieto de:”, y así subsecuentemente.

Si se desconoce el nombre de algún antepasado, el número que se le debía asignar no se usará para otro “abuelo”, simplemente no se escribe (o se consigna el número pero con el término “desconocido” o “desconocida” o “sin más datos por el momento”), como tampoco las cifras que hubieran correspondido a los antecesores de esa persona cuyo nombre desconocemos.

 

 

 Ascendencia de Chepito Delgado


 

 

Algunos detalles de este árbol

Varios aspectos sobresalen en la genealogía ascendente de Chepito:

1. Quizá una de las más sobresalientes es que todos sus ascendientes hasta sus cuartos abuelos (los que siguen a los tatarabuelos, que son 32) eran oriundos de Escazú; es decir, que en cinco generaciones ascendentes todos eran nativos y vecinos de Escazú; padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y cuartos abuelos (63 personas en total; 64, si incluimos a Chepito).

2. Otra de las características relativamente frecuente en familias costarricenses anteriores a 1950 es el matrimonio entre vecinos (endogamia) y parientes (consanguinidad), lo que hace que una persona descienda varias veces de una misma pareja. Así, el padre y la madre de Chepito eran parientes pues ambos eran bisnietos de Eusebio Delgado Aguilar y Mercedes León Cascante, quienes habían casado en Escazú, en 1822. También eran parientes en 4° pues Dominga Delgado León –bisabuela de Jesús– y Manuela Delgado León –bisabuela de Gabriela– eran hermanas, hijas de Santiago Delgado y Sebastiana León, sin embargo esto no se dice; Dominga casó en Escazú, el 22 de noviembre de 1809, con Antonio Aguilar; y Petronila casó en el mismo pueblo, el 25 de enero de 1835, con Francisco Ramírez León. No debe extrañar que a veces los novios no declaren todos los parentescos que pudieran tener, ya sea por desconocimiento o porque creían que con una dispensa era suficiente; además, también las dispensas tenían un costo pecunario.

 

Expediente matrimonial Jesus Delgado y Gabriela Corrales

Primera página del expediente matrimonial de Jesús Delgado y Gabriela Corrales, 1899.

Fuente: Archivo Histórico Arquidiocesano Bernardo Augusto Thiel. (Foto: M. Meléndez).

 

Asimismo, los dos pares de abuelos de Chepito eran parientes; es decir, que los abuelos paternos eran primos entre sí y los abuelos maternos también. Cuando una pareja que tenía parentesco iba a contraer matrimonio, debía pedir dispensa al Obispo de la Diócesis donde vivían; así, las dispensas matrimoniales por consanguinidad son una rica fuente de investigación genealógica.

Ramón Delgado Herrera y María Concepción Aguilar Sandí, abuelos paternos de Chepito, eran primos pues ambos descendían de Rita Aguilar; en el caso de Ramón, ella era su tatarabuela y en el caso de María de la Concepción, su bisabuela.

Por otro lado, Miguel Corrales Delgado y Francisca Madrigal Ramírez, abuelos maternos de Chepito, resultaban ser parientes pues ambos eran bisnietos de Jesús Madrigal y Josefa Morales.

3. Como tercer aspecto sobresaliente de su ascendencia es que desciende de agricultores de Escazú y, al llegar al periodo colonial (antes de 1821), los antepasados de Chepito son mayoritariamente mestizos; es decir, resultado de la mezcla entre españoles e indígenas que se inició en el Valle Central de Costa Rica en 1561, con la entrada de las huestes hispanas. Antes de 1821, la sociedad se dividía por categorías sociorraciales.

Para 1821 no eran mestizos primarios (de un español con una india), sino el resultado de la mezcla de aquellos mestizos primarios que nacieron en el primer siglo de la conquista y colonia. Obviamente, la mezcla entre españoles e indios fue un continuum en el tiempo siempre que hubiera algún pueblo indígena cerca (por ejemplo, eso pasó en Barva, Aserrí y Curridabat, durante varios siglos mientras fueron pueblos de indios; hasta que, luego de la independencia, los indígenas que quedaron se integraron a la sociedad como ciudadanos).

Asimismo, hay un componente nada despreciable de sangre afromestiza en la genealogía de Chepito; es decir, de antepasados mulatos que descendían de la mezcla entre españoles y negros. Desde la época de la conquista, ingresaron a Costa Rica, con los españoles, esclavos negros y también negros y mulatos libres.

En el caso de Chepito, de sus 16 tatarabuelos, 5 de ellos procedían de familias cuyos integrantes son citados como mulatos en el periodo colonial; y las restantes 11 de familias mestizas.

En Costa Rica, es evidente que ocurrió un proceso de blanqueamiento, tanto de los mestizos como de los mulatos de aquellos tiempos, que da un costarricense promedio “blanco”, según la percepción general que tienen los ticos de sí mismos. Pero detrás de esa aparente “blancura” (y cada uno en su familia lo puede constatar), no todo es como lo ven… o imaginan... y no todos tenemos el mismo color.

4. Otro aspecto que sobresale al observar la genealogía ascendente de Chepito es el alto grado de nupcialidad entre sus antepasados, pues todos sus tatarabuelos contrajeron matrimonio y, a su vez, eran hijos de matrimonio; de sus 16 tatarabuelos, solamente Juana de Dios Redondo, Antonio Aguilar y Atanasio Sandí fueron hijos de madres solteras.

Para el periodo colonial (como se verá en varios casos) se suelen citar a algunas personas como “hijos de padres no conocidos”; este hecho que oculta el nombre de los padres del niño, apunta a que el hijo fue resultado del “pecado”; es decir, concebido cuando alguno de sus progenitores (o ambos) eran casados, por lo que sería hija del adulterio y de ahí que oculten los nombres (sobre estos “hijos adulterinos” caía el castigo del pecado cometido por sus padres y era una deshonra, que –según la época– podía generar una gran vergüenza en la persona producto de esa relación).v

Otra posibilidad es que el niño fuera hijo de una mujer soltera con un sacerdote (“hijo sacrílego”), por lo que también podía ocurrir esto, sobre todo si la mujer quería conservar su honor y seguir pasando como mujer soltera, virgen y casadera (esto consecuencia del concepto de honor que se tenía en aquellas épocas tan lejanas, pero que bien sabemos que siguen vigentes en algunos sectores ortodoxos).

Era muy poco frecuente que los hijos producto del “pecado” de sus padres fueran reconocidos públicamente; ocasionalmente, alguna madre soltera y casadera que lo había negado luego reconoce a su hijo, pero insistimos, el “castigo” caía en el niño.

Cuando se cita a una persona como “hijo(a) natural”, quiere decir que, al momento de la concepción, los progenitores no tenían impedimento para casar y no habría habido razón para ocultar la paternidad, aunque puede haber casos en que se oculta el adulterio.

5. Finalmente como curiosidad, los nombres de familia que más se repiten en la generación de los cuartos abuelos de Chepito son León y Sandí, 7 veces; Aguilar y Delgado, 4 veces; y Arias, Herrera y Jiménez, 3 veces.

A continuación, el listado completo de los apellidos que se repiten dos o más veces entre sus cuartos abuelos (independientemente que lo lleven de primer o segundo apellido):

 Apellidos repetidos de Chepito Delgado

Ascendencia de Chepito

1. José Uriel de los Ángeles Delgado Corrales/ [más conocido como Chepito]

Nació a las 10 p.m. del 10 de marzo de 1900; fue bautizado en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 12 del mismo mes y año; padrinos: Teodoro Marín y Josefa Clara Chinchilla; lo bautizó el cura Yanuario Quesada.

 

HIJO DE:

2. Jesús Delgado Herrera

3. Gabriela Corrales Madrigal

Él nació el 13 de junio de 1880 y fue bautizado Basilio de Jesús, en la parroquia de San Miguel de Escazú, al día siguiente.

Ella nació el 24 de mayo de 1878 y fue bautizada María Gabriela, en la parroquia de San Miguel de Escazú, al día siguiente.

Jesús y Gabriela contrajeron matrimonio en la misma parroquia, el 29 de abril de 1899; él es citado como agricultor, ella “de oficio doméstico”; los testigos fueron Rafael Corrales y Lorenzo Montes. Los casó el cura Yanuario Quesada.

Debido a que eran parientes, debieron solicitar dispensa de consanguinidad de 3° pues ambos eran bisnietos de Eusebio Delgado y Mercedes León. (Véase cuadro genealógico N°2).

 

Cuadro 2 Chepito Delgado

 

NIETO DE:

4. Ramón Delgado Herrera

5. María Concepción Aguilar Sandí

Ramón fue bautizado Ramón Domingo de Jesús, en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 4 de agosto de 1856; sus padrinos fueron Justo Corrales y Petra Delgado.

María Concepción fue bautizada en Escazú, el 22 de noviembre de 1862.

Ramón y María Concepción contrajeron matrimonio en la misma parroquia, el 29 de agosto de 1877; testigos: Santana Aguilar y Lorenzo Montes. Los casó José Zamora.

Como ambos descendían de Rita Aguilar, debieron pedir dispensa del parentesco de consanguinidad de 3° con 4°; Ramón era tataranieto de Rita y María Concepción era bisnieta de ella. (Véase Cuadro genealógico N°3).

María Concepción fue sepultada el 22 de marzo de 1929.

 

Cuadro 3 Chepito Delgado

 

6. Miguel Corrales Delgado

7. Francisca Madrigal Ramírez

Miguel fue bautizado Miguel de Jesús en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 29 de setiembre de 1855.

Francisca fue bautizada en la misma parroquia, el 6 de noviembre de 1857.

Miguel y Francisca contrajeron matrimonio en la citada parroquia, el 13 de junio de 1877; testigos Juan Corrales y Lorenzo Montes; los casó el cura José Zamora.

Debido a que ambos eran descendientes de Jesús Madrigal y Josefa Morales, tuvieron que pedir dispensa del parentesco de 3° que los unía. Ambos eran bisnietos de la pareja citada. (Véase Cuadro genealógico N°4).

Francisca fue sepultada en Escazú, el 25 de octubre de 1910; Miguel, el 21 de enero de 1911, en el mismo lugar.

 

Cuadro 4 Chepito Delgado

 

BISNIETO DE:

8. José Delgado León

9. Paulina Herrera Redondo

José fue bautizado José Esteban en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 26 de diciembre de 1823.

Paulina fue bautizada María Paulina en la misma parroquia, el 23 de junio de 1830.

El matrimonio se efectuó de seguro en 1850, pero lamentablemente en la parroquia de San Miguel de Escazú se extravió hace muchos años un libro de matrimonios que incluía los matrimonios realizados entre el 27 de febrero de 1840 al 7 de enero de 1851.

Paulina fue sepultada en Escazú, el 31 de julio de 1891.

 

10. Juan Santana Aguilar Delgado

11. Antonia de Jesús Sandí Azofeifa

Juan Santana fue bautizado Manuel Santana en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 20 de junio de 1821.

Antonia de Jesús fue bautizada en la misma parroquia, el 6 de abril de 1828.

El matrimonio de esta pareja se efectuó de seguro antes de 1851, pero lamentablemente en la parroquia de San Miguel de Escazú se extravió hace muchos años un libro de matrimonios que incluia los matrimonios realizados entre el 27 de febrero de 1840 al 7 de enero de 1851.

Juan Santana Aguilar Delgado testó ante el alcalde único de Escazú, el 7 de junio de 1881; fue sepultado en Escazú, el 10 de setiembre de 1895.

 

12. Justo Corrales Madrigal

13. Petronila Delgado León

Justo fue bautizado Justo Pastor en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 9 de agosto de 1819.

Petronila fue bautizada Petronila de los Dolores en la misma parroquia, el 3 de enero de 1826.

El matrimonio de esta pareja se efectuó de seguro antes de 1851, pero lamentablemente en la parroquia de San Miguel de Escazú se extravió hace muchos años un libro de matrimonios que incluía los matrimonios realizados entre el 27 de febrero de 1840 al 7 de enero de 1851.

Francisca fue sepultada en Escazú, el 30 de junio de 1869; Justo fue sepultado el 3 de abril de 1892, en el mismo sitio.

 

14. José María Madrigal Fernández

15. Natividad Ramírez Delgado [también conocida como Juana]

José María fue bautizado en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 21 de agosto de 1832.

Natividad fue bautizada Josefa de la Natividad en la misma parroquia, el 8 de setiembre de 1837.

José María y Natividad contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 27 de junio de 1853; fueron padrinos José Monge y Leona Madrigal. En esta partida no se cita la filiación de los contrayentes, que se conoce por expedientes matrimoniales.

José María falleció en San José, 9 de noviembre de 1916 y Natividad en Escazú, 28 de junio de 1869; estos dos fallecimientos de acuerdo con Luis Carlos Serrano Madrigal, en su artículo “Diez generaciones de mi ascendencia materna…”, Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas N°48, p. 222 (2012); añade que la mortual de Natividad Ramírez se inició en Escazú, el 7 de marzo de 1870. Serrano Madrigal, quien es miembro de la Academia, es tataranieto de José Ambrosio de Jesús Madrigal Ramírez (1859-1911), quien casó con Juana Melchora Sandí Torres.

 

TATARANIETO DE:

16. Eusebio Delgado Aguilar

17. Mercedes León Cascante

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 5 de octubre de 1822.

 

18. Manuel Herrera Porras

19. Juana de Dios Redondo

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 5 de febrero de 1817. Ella fue citada como Juana de Dios (sic, sin apellido), “hija de padres no conocidos”. Consta su filiación en los bautizos de sus hijos.

 

20. Antonio Aguilar

21. Dominga Delgado León [hermana de la número 31]

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, el 22 de noviembre de 1809; citados como mestizos.

 

22. Atanasio Sandí

23. Catalina Azofeifa Vargas

Contrajeron matrimonio en la parroquia de Escazú, el 23 de noviembre de 1825.

 

24. Andrés Corrales Elizondo [también conocido como Andrés Sandí Elizondo]

25. María del Rosario Madrigal Morales

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, 16 de noviembre de 1814.

 

26. Eusebio Delgado Aguilar [mismo 16]

27. Mercedes León Cascante [misma 17]

 

28. Pablo Madrigal Morales

29. Manuela Josefa Fernández Sandí

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, 21 de octubre de 1824.

 

30. Francisco Ramírez León

31. Manuela Delgado León

Contrajeron matrimonio en la parroquia de San Miguel de Escazú, 25 de enero de 1835.

 

CUARTO NIETO DE:

32. Juan Esteban Delgado Arias

33. Juana María Aguilar [hija de la número 41]

Juan Esteban y Juana María contrajeron matrimonio en la villa de San José, el 5 de julio de 1798; citados como mestizos; él hijo legítimo de Fermín Delgado y Magdalena Arias; ella, “hija de padres no conocidos”; sin embargo, por los expedientes matrimoniales, sabemos que fue hija de Rita Aguilar.

 

34. Manuel León [mismo 54]

35. María de la Trinidad Cascante Jiménez [misma 55]

Manuel, viudo de María Herrera, contrae matrimonio en la villa de San José, el 26 de setiembre de 1787, con María de la Trinidad, hija legítima de Pedro Cascante y Francisca Jiménez; su descendencia es citada como mestiza o mulata. No se halló la partida de matrimonio de Manuel con la Herrera. Asimismo, tras enviudar, María de la Trinidad contrajo segundas nupcias en Escazú, el 19 de noviembre de 1807, con Juan Badilla.

 

36. José Dolores Herrera Arias

37. María Trinidad Porras Durán

Dolores y Trinidad contrajeron matrimonio en la villa de San José, el 20 de noviembre de 1792; él consignado como hijo legítimo de Cayetano Herrera y Agustina Arias; ella, de Nicolás Porras, difunto, y Felipa Durán; citados como mestizos.

 

38. [Por el momento, se desconoce]

39. Micaela Redondo

Sin más referencias, por ahora.

 

40. [Por el momento, se desconoce]

41. Rita Aguilar [madre de la 33]

Por diversos expedientes matrimoniales, nos consta que Rita fue hija de José Antonio Aguilar Vargas y Juana María Chavarría, quienes casaron en la naciente villa de San José, el 11 de setiembre de 1743.

 

42. José Santiago Delgado Sandí [mismo 62]

43. Josefa Sebastiana León Herrera [mismo 32]

José Santiago fue bautizado en la villa de San José, el 1° de agosto de 1770.

Santiago y Sebastiana (llamada también Fabiana) contrajeron matrimonio en la villa de San José, el 19 de enero de 1791; citados como mestizos; él consignado como hijo legítimo de Felipe Delgado y Nicolasa; y ella, de José Antonio León y Juana Manuela Herrera. El padre de Santiago fue conocido más como Santiago.

 

44. [Por el momento, se desconoce]

45. Andrea Sandí

Sin más referencias, por ahora.

 

46. Mateo Azofeifa [también conocido como Mateo Mora]

47. Rudesinda Vargas Espinoza

Mateo, citado José Mateo Mora en su matrimonio, casó en Escazú, el 12 de febrero de 1800, con Rudesinda Vargas, hija legítima de Miguel Antonio Vargas y María Manuela Espinoza; consignados como mestizos. Los padrinos fueron Santos Azofeifa y Josefa Ramírez.

José de los Santos Azofeifa Mora fue bautizado en San José, el 1 de enero de 1768; fue hijo legítimo de Antonio Azofeifa y Juana Ramona de Mora, hija legítima de Miguel Mora y Juana de Vargas (Antonio y Juana Ramona casaron en la villa de San José, 2 de febrero de 1761).

Es posible que José de los Santos fuera medio hermano de Mateo; ambos hijos de Juana Ramona de Mora; y que Mateo luego haya adoptado el apellido del que había sido esposo de su madre; o bien, que Mateo y José de los Santos fueran hijos de Antonio Azofeifa. Me inclino más por la primera opción.

 

48. José Ángel Corrales Ramírez [también conocido como José Ángel Sandí]

49. Josefa Rafaela Elizondo Jiménez

Cuando se casa es citado como José Ángel de Jesús, hijo legítimo de Fulgencio Corrales y Luisa Ramírez; en la villa de San José, 27 de setiembre de 1791, con Josefa Rafaela Elizondo (este apellido en el periodo colonial aparece mal escrito casi siempre como Lisondro o Lizondro; no es que el apellido fuera tal), hija legítima de Jesús Elizondo y Cruz Jiménez. Consignados como mestizos. Fungieron como testigos: Juan Ramón Sandí y José García.

 

50. José de Jesús Madrigal [mismo 56]

51. María Josefa Morales Sandí [misma 57]

José de Jesús y Josefa contrajeron matrimonio en la villa de San José, el 12 de febrero de 1791; él fue consignado como “hijo de padres no conocidos”; ella, hija legítima de Pedro Morales y María de la Trinidad Sandí; consignados como mestizos; tras enviudar, Josefa casó con Agustín Fernández (citado en San José, 10 de octubre de 1805).

 

52. Juan Esteban Delgado Arias [mismo 32]

53. Juana María Aguilar [misma 33; hija de la 41]

54. Manuel León [mismo 34]

55. María de la Trinidad Cascante Jiménez [misma 35]

56. José de Jesús Madrigal [mismo 50]

57. María Josefa Morales Sandí [misma 51]

 

58. Manuel Fernández Aguilar

59. Josefa Sandí

Manuel y Josefa contrajeron matrimonio en la villa de San José, el 5 de marzo de 1791; él fue consignado como hijo legítimo de José Fernández y Juliana Aguilar; ella, “hija de padres no conocidos”; consignados como mestizos.

 

60. Raimundo Ramírez León

61. Petronila León León

Raimundo y Petronila contrajeron matrimonio en San Miguel de Escazú, el 8 de febrero de 1807; él fue consignado como hijo legítimo de Manuel Antonio Ramírez y Micaela Jiménez; ella, hija de Francisco León y María Cayetana León; testigos: Dolores Mata y Nicolasa Mora. Su descendencia es citada como mestiza o mulata.

María Cayetana León Flores, madre de Petronila, fue hija de Fermín León Valverde, mulato libre, y Juana Manuela Flores, mulata, esclava de Da. Lorenza de Flores Barbosa (liberada en 1727); Fermín, a su vez, fue hijo de Antonio de León, mulato, y Da. Manuela Valverde, española. Juana Manuela fue hija de Josefa de Flores (o Barbosa), mulata cuarterona, nacida hacia 1700, esclava del cura Gaspar Cascante de Rojas, quien la donó a Da. Lorenza de Flores y Barbosa. Sobre esta esclava escribí su historia en la Revista Asogehi N°2 y N°3-4.

 

62. José Santiago Delgado Sandí [mismo 42]

63. Josefa Sebastiana León Herrera [mismo 43]

 

 

Ramas de un mismo árbol: Genealogías comparadas de Villalta, Araya, Guevara, Solís y Piza

 

Mauricio Meléndez Obando

 

En un país tan pequeño como Costa Rica y con una historia moderna que se inició, relativamente, hace poco (1561), no tiene nada de extraño que todos seamos primos –en un sentido amplio del término, por supuesto–, sin embargo, siempre sorprende que resulten ser familia personas con posiciones ideológicas radicalmente distintas y con historias de vida muy diferentes también.

Por eso llama la atención que los cinco candidatos a la presidencia con mayor intención de voto del electorado, de quienes EF preparó sus genealogías, resulten ser parientes. El vínculo común más cercano es por Castro; asimismo, todos, excepto Araya, descienden de los Mora de San José, ambas familias son muy representativas pues están hoy en todas las clases sociales del país y han producido gran cantidad de presidentes y altos funcionarios, además de infinidad de personajes de la cultura y las ciencias. Vea cuadro genealógico "Tronco más próximo de los cinco candidatos". No obstante, Araya sí tiene ascendencia Mora, pero el vínculo con sus oponentes por esta rama es mucho más lejano.

 

 

Por supuesto, al adentrarse en tiempos coloniales (antes de 1821), los candidatos comparten muchas más raíces y todos tienen como antepasados a varios de los conquistadores que arribaron a partir de 1561.

La familia Rodríguez de Castro –que luego se simplificó a Castro– fue fundada por el alférez castellano Juan Rodríguez de Castro, nacido en La Nava del Rey, en las montañas de Burgos. Llegó a Cartago en la última cuarta parte del siglo XVII y casó primero con doña Petronila de Arias y luego con doña Sebastiana de Aguirre, ambas criollas cartaginesas descendientes de los primeros pobladores hispanos del país.

Según cuenta el alférez en su testamento (1724), había sido heredero de unas casas y viñedos en La Nava del Rey, de la que serían herederos sus hijos pues aunque tuvo un único hermano, este se había ordenado fraile agustino y se fue de misionero a Filipinas.

El alférez tuvo una participación activa en los llamados valles de Barva y Aserrí, donde años después surgirían las villas de Heredia y San José; en estos lugares él y algunos de sus descendientes ocuparon cargos de cierta relevancia en tiempos coloniales; muchos otros se dedicaron a la agricultura o al comercio. Asimismo, con la expansión de la frontera agrícola, algunos se fueron ruralizando a partir del siglo XVIII.

La presencia de esta familia en el Valle Central se extendió ampliamente porque el alférez tuvo 11 hijos, de cuya mayoría quedó descendencia hasta el presente. Asimismo, algunos de los candidatos lo tienen varias veces como antepasado, pues en Costa Rica, hasta la década de 1950 fue relativamente frecuente el matrimonio entre parientes.

Entre los miembros más reconocidos de esta familia figuran el doctor José María Castro Madriz y su nieto Rafael Iglesias Castro, ambos presidentes de la República, Gregorio José Ramírez Castro, y muchos otros que no llevan ya el apellido; algunos de ellos son Juan Manuel Fernández Chacón, vicejefe de Estado, y los presidentes Bruno Carranza Ramírez, Próspero Fernández Oreamuno, José María Montealegre Fernández y Juan Bautista Quirós Segura.

Sobre la familia Castro, también se puede consultar en línea el artículo “Los Castro en Costa Rica” en Raíces, nacion.com.

Esta es una versión ampliada del artículo que publiqué en El Financiero (versión digital y en papel N° 956, del 27 de enero al 2 de febrero del 2014): “Cinco candidatos: ramas de un mismo árbol”. De esta publicación se tomaron la caricatura, de Alexánder Salazar, así como la ilustración del árbol de los Castro, también diseñada por Salazar.

 

 

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Mestizaje

Como en ningún otro lado del mundo, América Latina tiene una historia familiar tripartita, resultado del encuentro inicial de tres grandes grupos de culturas: las amerindias, las africanas y las españolas. Cada una de ellas, a su vez, llena de similitudes y diferencias.

De las relaciones iniciales entre estos grupos surgieron tres tipos básicos de mestizos: el que se ha llamado propiamente mestizo, o mestizo primario (procreado por español con india), el mulato (procreado por español con negra) y el zambo (procreado por india con negro).

De esta manera, la sociedad colonial se estructuró según el origen racial de las personas. Los españoles peninsulares y los nacidos en América (llamados después criollos) ocupaban la cúspide de la pirámide social. Luego seguían los caciques indígenas, que gozaban legalmente de los privilegios de los hijodalgos (aunque consta que a menudo no recibían el tratamiento de tales). Después los mestizos; los mulatos, pardos y negros libres; los zambos, y, finalmente, los esclavos (fueran estos negros o mulatos) –quienes ocupaban la base piramidal–.

Los indios formaban una república aparte, como vasallos del Rey de España, para quienes existían una serie de legislaciones especiales, las que muchas veces no pasaban de ser buenas intenciones pues algunas instituciones creadas por la corona (la encomienda, por ejemplo) sometía a los indígenas al abuso indiscriminado de los españoles.

Asimismo, el grupo de españoles no era del todo homogéneo, pues se dividió según el origen social del peninsular: en nobles (aquí estaban los propiamente nobles y los hidalgos) y plebeyos (o del pueblo llano).

 

 

Entonces, por supuesto, no extrañará que los cinco candidatos sean el resultado de la mezcla descrita. Descendientes de los conquistadores de Costa Rica y sus compañeras (indias, mestizas y españolas), de los esclavos de la época colonial y de posteriores oleadas de migrantes iberoamericanos, caribeños y europeos.

Entre los conquistadores de origen español comunes a los cinco candidatos destacan Cristóbal de Alfaro, Cristóbal de Chaves, Gómez Jaramillo, Juan Vázquez de Coronado, Pedro de la Portilla, Román Benito, Juan López de Ortega, Salvador de Torres y Juan Solano; además, todos, excepto Piza, también descienden de Matías de Palacios, Domingo Hernández, Juan de Acuña, Diego de Aguilar, Diego de Quesada, Alonso de Gutiérrez y Felipe Monge.

Descienden los cinco del sargento García Ramiro Corajo –hijo del conquistador Francisco Ramiro Corajo– y doña Juana de Vera Sotomayor (1596). Esta señora fue hija del capitán Luis Méndez de Sotomayor, que vincula a los aspirantes presidenciales –y al pueblo costarricense en general– con la realeza europea, pues descendía de Carlomagno, el rey Fernando III –de Castilla y León–, de Guillermo el Conquistador (rey normando que conquistó Inglaterra), el Cid Campeador (Rui Díaz de Vivar) y Rurik (fundador del estado ruso), entre otros.

Entonces, estas ascendencias vincularían a los candidatos –e insistimos a la mayoría de los ticos– con muchas de las casas reales europeas del pasado y del presente: Noruega, Inglaterra, España, Suecia, Hungría, Italia, Francia, Escocia, Polonia, Grecia, los antiguos estados alemanes y el Imperio de Constantinopla.

Algunas de las primeras compañeras españolas de los conquistadores fueron Isabel Arias Dávila (de origen judío sefardita y pariente del conquistador Pedrarias Dávila; fue esposa de Juan Vázquez de Coronado), Francisca de Zúñiga, Mayor de Benavides y Catalina de Ortega, entre otras.

En cuanto a la raíz africana, todos, excepto Piza, la tienen en su árbol genealógico, tres de ellos procedente de los negros esclavos traídos por los españoles durante el periodo colonial –Villalta, Araya y Guevara– y uno proveniente de los esclavos negros llevados al Caribe anglosajón –Solís–.

También los cinco candidatos, excepto Araya, tienen orígenes foráneos recientes, Villalta es hijo de madre hispanoperuana, Piza es hijo de española y bisnieto de panameño, Guevara es nieto de alemán austrohúngaro y bisnieto de colombiano y español, y Solís es nieto de jamaiquina. En cambio, Araya es criollo de pura cepa y por casi 300 años sus antepasados han estado en Costa Rica.

 

 

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Otras ascendencias

En la época colonial surgen familias que reflejan claramente las contradicciones de esas sociedades divididas sociorracialmente (nos referimos al uso histórico del término pues ya es bien sabido que raza humana solo es una).

Aunque en algunos trabajos de la genealogía tradicional encontramos “princesas” indias como antepasadas de los ticos, estas ramas son endebles pues no resisten un análisis documental profundo; así Dulcehé de Quepo (La Biriteca) y Francisca Correque son mitos de origen lamentablemente difundidos como verdades históricas en muchos trabajos poco fiables.

A diferencia de estos casos, Catalina Tuia –cuyo nombre castellano fue Catalina Pereira, posiblemente tomado del capitán Antonio Álvarez Pereira, encomendero original del pueblo indígena de Curridabat, de donde era ella– sí está en el árbol genealógico de casi todo costarricense con orígenes remotos en el Valle Central.

Esta india sirvió en casa de varios españoles de Cartago y tuvo, al menos, tres hijos mestizos. De dos de ellos (Gaspar de Rojas y Gabriel de Aguilar –o Espinosa–) desciende el 60% de los presidentes del país y posiblemente igual porcentaje o más de los 4,5 millones de ticos. Los cinco candidatos, excepto Rodolfo Piza, descienden de Catalina –incluso algunos varias veces–.

Catalina nació en Curridabat hacia 1585 y testó en Cartago, en 1658, cuando se necesitó intérprete pues no sabía hablar castellano.

En cuanto a familias afromestizas, Araya y Villalta proceden de la esclava parda Ana Cardoso (1649), amante del capitán Miguel Calvo, español criollo nacido en Cartago, con quien tuvo cinco hijos que dieron origen a infinidad de familias. Calvo fue el primer criollo cartaginés que reconoció en escritura pública (1715) a sus hijos mulatos habidos con una esclava.

Ana, quien también fue conocida como Ana Pereira, fue antepasada de los presidentes Rodrigo Carazo Odio, Luis Alberto Monge Álvarez y Óscar Arias Sánchez, y también de Antonio Álvarez Desanti, jefe de campaña de Araya; Rodrigo Bolaños Zamora, actual presidente del Banco Central; Manuel Obregón López, ministro de Cultura en ejercicio, y el músico Manuel Monestel.

En el caso de Guevara, encontramos varias líneas mulatas de la época colonial, pero su origen exacto no se pudo determinar; lo que es claro es que procedían de la mezcla de españoles con negros, pues son citados en la documentación como mulatos. Una de esas líneas (Chacón Santos) la comparte con el expresidente Óscar Arias Sánchez.

 

 

 

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Relaciones con el poder

Todos los aspirantes comparten raíces con la presidenta Laura Chinchilla Miranda, quien también proviene de los Castro y Mora de San José ya citados. Sin embargo, los vínculos entre los aspirantes y la presidenta son lejanos: por ejemplo, Josefa López Chacón (1789), quinta abuela de Solís, y María de Jesús López Chacón (1798), cuarta abuela de doña Laura, fueron hermanas. María Rita Rojas Mora (1730), quinta abuela de Otto Guevara, fue hermana de Gregorio Rojas Mora (1720), sexto abuelo de doña Laura. José Miguel Retana Aguilar (1767), sexto abuelo de Villalta, y Josefa Retana Aguilar (1774), quinta abuela de doña Laura, fueron hermanos. Miguel Solórzano Salas (1759), sexto abuelo de Araya, fue hermano de Lorenzo Solórzano Salas (1753), sexto abuelo de doña Laura. Francisco Mora Martínez (1685), sétimo abuelo de Piza, y Juan Mora Martínez (1700), sétimo abuelo de doña Laura, fueron hermanos.

De todos los candidatos, quien cuenta con mayores vínculos con las antiguas élites del siglo XIX es Rodolfo Piza, quien aunque no desciende de presidentes, sí de varias personas que fueron sobrinos de presidentes de la República: su bisabuela Emilia Chamorro Mora (1846-1922) fue sobrina de Juan Rafael Mora Porras, presidente de la República; su bisabuela Anita Durán de Vars (1875-1912) fue sobrina del presidente Dr. Carlos Durán Cartín; su tatarabuela Isolina de Vars Castillo fue sobrina de José María Montealegre Fernández, presidente, y Manuel Escalante Castillo (1839-1905) fue sobrino político de Juan Mora Fernández, primer jefe de Estado.

En el caso de Araya, Lorenza Soto Quesada (1838), su tatarabuela, fue hermana de Apolinar Soto Quesada (1827) y, por tanto, tía de Bernardo Soto Alfaro (1854), presidente de la República, y de Eloisa Soto Alfaro (1865), abuela paterna de Daniel Oduber Quirós, también presidente. Por supuesto, no se puede dejar de citar que Araya Monge es hijo de un exdiputado, sobrino de un expresidente y hermano de un exdiputado y excandidato presidencial.

José María Villalta tiene una relación muy lejana con el primer jefe de Estado, Juan Mora Fernández (1783-1854), quien fue primo hermano de Juan Chacón Fernández (1788), quinto abuelo de Villalta. Pero las de Otto Guevara y Luis Guillermo Solís serían aún más lejanas. María Rita Rojas Mora (1725), quinta abuela de Guevara, fue prima hermana de Camilo Mora Estrada (1720), abuelo paterno de Juan Mora Fernández; mientras, Antonio Cayetano Mora Barrantes (1785), sétimo abuelo de Solís, fue primo hermano del mismo Camilo Mora Estrada.

Sin embargo, Guevara es hijo de un exdiputado, nieto y bisnieto de diputados y gobernadores de Puntarenas, y sobrino nieto de otro diputado..


Otros parentescos

De entre los cinco candidatos, los que resultan ser parientes más próximos entre sí son Villalta y Araya, quienes descienden de Luis Vargas y Ramona Barrantes Castro –casaron en San José, 1824–: Araya es cuarto nieto de María Vargas Barrantes, y Villalta, cuarto nieto de Carlota Vargas Barrantes. De esta pareja desciende también Antonio Álvarez Desanti, excandidato presidencial y actual jefe de campaña de Araya.

Por otra parte, Villalta y Solís provienen de José Luis Solís Acosta y Josefa de Jesús Blanco Mora –casaron en San José, 1777–: Solís es cuarto nieto de Ramón Solís Blanco, y Villalta, quinto nieto de Francisca Solís Blanco. Aunque uno podría pensar que, entonces, el líder fundador del PAC, Ottón Solís Fallas, resultaría pariente también por su apellido paterno, no se pudo comprobar pues el cuarto abuelo de Ottón Solís, Jesús Solís Monge, fue “hijo natural” de Juana Monge; de hecho, él se casa como Jesús Monge, hijo de Juana Monge, en 1829, y no es sino años después que empieza a ser conocido como Jesús Solís, de seguro el apellido del padre, por ahora desconocido. No obstante, es pariente de ambos por otras ramas.

También hay parentesco entre Guevara y Villalta pues ambos provienen de Felipe Salazar y Cayetana Bustamante –casados hacia 1735–: Guevara es sexto nieto de María Antonia Salazar Bustamante, y Villalta es quinto nieto de Manuel Salazar Bustamante.

Villalta y Piza son parientes lejanos pues ambos descienden de Juan Fernández Martínez y su esposa, Cayetana de Acosta Arévalo –casados en Cartago, 1699; el primero es sétimo nieto de Manuel Felipe Fernández de Acosta, y Piza, sexto nieto de Pedro Nicolás Fernández de Acosta.

Si desea hacer un repaso de las genealogías individuales que se publicaron en El Financiero, a continuación brindamos los vínculos a esos artículos en elfinancierocr.com según el orden de aparición (las ediciones impresas correspondieron, respectivamente, 951, 952, 953, 954 y 955).

José María Villalta: Fusión criolla con acentos de España y Perú.

Otto Guevara: Raíces con piezas de Colombia y Europa

Johnny Araya: 300 años de antepasados ticos.

Luis Guillermo Solís: Raíces turrialbeñas con huellas afroantillanas

Rodolfo Piza: Orígenes centroamericanos con profundo arraigo en España

Genealogía de Dª Zarela Villanueva Monge,

presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica

   

Mauricio Meléndez Obando

   

  

El pasado 13 de mayo del 2013, doña Zarela Villanueva Monge fue elegida presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, lo que la convirtió en la primera mujer en ejercer ese cargo en 187 años de historia de la Corte.

Doña Zarela nació en la ciudad de Cartago, el 24 de mayo de 1952; contrajo primeras nupcias, el 4 de marzo de 1978, con Armando Castellanos Robayo, hijo de Julio César Castellanos Useche y Soledad Robayo Contreras. Armando falleció el 27 de julio de 1990. De este matrimonio nacieron Julio Armando Castellanos Villanueva (5 de mayo de 1978) y Zarela Soledad (19 de enero de 1980).

El hijo de la presidenta de la Corte, Julio Armando Castellanos Villanueva, contrajo matrimonio en San José, el 25 de mayo del 2008, con Fanny Noelia Camacho Starbird, con quien tuvo a Isabella de los Ángeles (5/5/2009) y a Jimena María (1°/9/2011). Zarela Castellanos Villanueva, por su parte, contrajo matrimonio en Cartago, el 10 de agosto del 2007, con Federico Madriz Víquez.

Doña Zarela Villanueva contrajo segundas nupcias en San Pedro de Montes de Oca, el 10 de mayo de 1997 (hoy divorciados), con Fernando Zamora Carvajal (nació 18 de noviembre de 1946), viudo de Ana Victoria Zeledón Peña e hijo de Rafael Zamora Jara y Rosa Carvajal Barahona. De este segundo matrimonio no hubo sucesión.

Al igual que la presidenta de la República (también la primera mujer en ejercer la Presidencia del país), doña Zarela procede de familias de largo arraigo en el país, excepto por su abuelo paterno, como se verá más adelante.

Como la presidenta Chinchilla, es hija de un funcionario destacado, pero en el caso de doña Zarela su padre, don Jorge Luis Villanueva Badilla, ha sido diputado por el Partido Liberación Nacional tres veces y presidente de la Asamblea Legislativa (1983-1984), entre otros cargos.

  

Zarela Villanueva Monge elfinancierocr

Doña Zarela Villanueva Monge poco antes de resultar elegida presidenta de la Corte Suprema de Justicia. (Foto: elfinancierocr.com).

   

De los cuatro abuelos de doña Zarela, el abuelo paterno, aunque nació en Costa Rica, era hijo de padres peruanos; la abuela materna era oriunda de Puriscal; y los abuelos maternos, por su parte, eran de Cartago.

Los antepasados de sus tres abuelos con raíces antiguas en el país, no han estado vinculados con el poder político en los últimos 200 años, aunque, por supuesto, son descendientes de varios conquistadores de Costa Rica, algunas indígenas y una gran cantidad de personas citadas en tiempos coloniales como mestizas (es decir, mezcla de español con indígena) o españolas.

En cuanto a la tercera raíz de los hispanoamericanos, la africana, doña Zarela es descendiente de Joaquín Chavarría, mulato libre, quien muy posiblemente había sido esclavo de la familia Echavarría Navarro y quizá su descendiente también pues algunos de los hijos y nietos de Joaquín emplearon el apellido Echavarría (sobre la presencia africana en familias ticas véase, entre otros trabajos, Negros y blancos, todo mezclado, EUCR, 1997, de Tatiana Lobo y Mauricio Meléndez). Joaquín Chavarría contrajo matrimonio, hacia 1735, con Baltasara de los Reyes Trejos Cárdenas, citada invariablemente como mestiza y algunas veces como española.

La genealogía ascendente parcial que presentamos de doña Zarela Villanueva Monge incluye hasta sus cuartos abuelos (véase Cuadro genealógico N°1). Observación general para todos los cuadros genealógicos que se presentan en este trabajo: algunas de los años señalados son aproximados.

Se han numerado a doña Zarela y sus antepasados siguiendo el método Sosa-Stradonitz, así denominado por Durye. En este método, la numeración fue ideada por el genealogista español Jerónimo de Sosa en 1676 y divulgada ampliamente por el alemán Stephane Kikule von Stradonitz a partir de 1898.

Este sistema consiste en numerar cada uno de los antepasados y el límite lo establece el investigador mismo pues se puede prolongar hasta el infinito (teóricamente, porque en realidad se puede continuar hasta donde las fuentes lo permitan).

Así, a toda persona le corresponderá un número. Al individuo del que se realiza la genealogía (en este caso doña Zarela) llevará el número uno (1).

Partiendo del número 1, obtendremos, al aplicar la regla matemática, que el número del padre de este será igual a 1X2=2; y al sumarle 1 (2+1=3) da el número que le corresponde a la madre (3); estos conforman la segunda generación ascendente. Esta operación es válida para cualquier número y se deduce, entonces, que los números pares siempre antecederán a los varones y los impares a las mujeres. Por supuesto, si uno quisiera podría invertir este orden tradicional, producto de la genealogía patriarcal, y dar a las mujeres los números pares y a los varones los impares. Es decir, la madre de la novia sería el 2 y el padre el 3; el 4 correspondería a la abuela materna; el 5, al abuelo materno; el 6, a la abuela paterna y el 7, al abuelo paterno; y luego se aplicarían las fórmulas para seguir construyendo el árbol. En todo caso, hay diversos métodos de presentar genealogía y lo más importante es explicar cuál es el que se escogió y aplicó.

Ahora bien, idealmente, no debería ser solo un árbol o una lista (a la que podríamos llamar esqueleto genealógico básico), habría que anotar los datos biográficos y familiares que permitan conocer al individuo y su familia, estos pueden presentarse después de los nombres de cada pareja de antepasados. Se deben añadir las fuentes de información de las que se toman los datos. En esta genealogía, por el objetivo divulgativo que perseguimos, apenas hemos citado algunos datos biográficos básicos de los antepasados de doña Zarela en el Cuadro genealógico N°1.

En todo caso, la existencia de genealogías exhaustivas es excepcional porque precisamente se requeriría de la consulta sistemática de todas las fuentes existentes. Parafraseando a Palacios Botero (2002: 13), estamos ante una genealogía en construcción: su estructura está completamente definida y diseñada, pero su contenido debe complementarse, enriquecerse, ilustrarse a medida que los estudios de los antepasados, en este caso de doña Zarela, se completen y profundicen.

Los cuatro abuelos del número 1 conforman la tercera generación ascendente, y para conocer los números que se les deben asignar se efectúa la operación ya citada; se multiplica la cifra del padre de don José Joaquín por dos (2X2=4) y se obtiene así el número que le corresponde al abuelo paterno (4) y si se le suma a este 1 (4+1=5) da como resultado el número de la abuela paterna (5); por otra parte, si se multiplica el número de la madre de don José Joaquín por 2 (3X2=6), se obtiene el número que corresponde al abuelo materno (6) y al sumarle la unidad (6+1=7), logramos el número de la abuela materna (7).

Por supuesto, el sistema permite avanzar o retroceder en la genealogía fácilmente: Si se quiere saber, en cambio, de quién es padre una persona, el número se divide entre 2 (por ejemplo, tenemos el número 8; entonces, 8÷2=4); pero si se trata de una mujer, primero le restamos 1 y luego lo dividimos entre 2; así sabremos de quién es madre (por ejemplo, 13; entonces, 13­-1=12÷2=6).

   

Zarela Villanueva Cuadro 1

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Carrera judicial

Zarela Villanueva Monge es máster en Violencia Social y Familiar, UNED (2003), especialista en Derecho Agrario (1984) y licenciada en Derecho (1977).

Se desempeñaba como vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia desde enero del 2010 y como magistrada de la Sala Segunda de la Corte desde 1989 (este es un tribunal de casación en la jurisdicción laboral, familiar y de procesos universales; el 90% de los asuntos que resuelve la Sala corresponden a la materia laboral).

En 1976 comenzó su carrera judicial, en la que se ha desempeñado en todas las instancias de la administración de justicia.

   

Los Villanueva

Según la tradición familiar, la familia Villanueva Pazos procede de la ciudad de Huamachuco (en el norte del Perú), capital de la provincia de Sánchez Carrión, en el Departamento de La Libertad, de donde salieron por razones políticas. Huamachuco se encuentra a una altitud de 3.169 metros sobre el nivel del mar, en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, en un valle altoandino a 184 kilómetros de Trujillo (Wikipedia, consultada 15/5/2013).

Se intentó hacer una búsqueda en FamilySearch, pero en el caso del Registro Civil de la zona empieza en 1903, cuando ya los Villanueva Pazos estaban en Costa Rica.

Consta que Jaime L. Villanueva Ledezma y María Berenice Pazos Taboada estaban ya en Costa Rica a fines del siglo XIX, pues el 14 de abril de 1898 nació en Limón Guillermo Enrique, bautizado en esa ciudad puerto del Caribe, el 3 de octubre, por el cura Santiago Bellut, y fue apadrinado por Lucas Alvarado y Micaela de Alvarado.

Luego, ya en Cartago, nacieron Pedro María Luis Jorge Manuel (conocido como Luis Manuel), nacido el 25 de febrero de 1903 y bautizado en Cartago, el 19 de abril de ese año, y Rosa Berenice Alejandrina, nacida el 24 de noviembre de 1905 y bautizada en Cartago, el 11 de enero de 1906. Luis Manuel fue apadrinado por el presbítero Evaristo Ibarra y Marta Echeverría, mientras que Rosa Berenice por Marta de Peralta (Echeverría de Peralta).

Luis Manuel escribió un libro titulado Una infame dictadura y la gesta cívica de un pueblo campesino, que incluía versos de Daniel Oduber y Roberto Fernández, y que se refiere a la dictadura de Calderón Guardia y los hechos bélicos de 1948.

De acuerdo con Ana Yarina Villanueva, en Facebook, su padre, “Carlos Ángel Villanueva Badilla, a la edad de 17 años, participó en los eventos de la revolución de 1948 junto con sus hermanos Jaime y Jorge Luis, y junto con su padre, Luis Manuel Villanueva Pazos, sufrieron la persecución de los gobernantes de 1940 a 1948, pero al final triunfó la revolución y la Segunda República”.

   

Los Monge

La familia Monge es de larga data en Costa Rica y fue fundada por el sargento Felipe Monge, natural de Andalucía, España, e hijo de Juan Jiménez Merino. Hasta el momento no se ha podido determinar el nombre de su madre, pero suponemos, por la transmisión de los apellidos en el siglo XVI, que el Monge procedía de ella.

Felipe llegó a Costa Rica a fines del siglo XVI y en 1611 se le cita en el alarde de gente del capitán Pedro de Oliver, alcalde mayor de la Verapaz, encomendado en la conquista del valle del Duy y Mexicanos, en Costa Rica. En ese documento, se dice que Felipe Monge Merino, así citado algunas veces, nacido hacia 1572, era hijo de Juan Jiménez Merino y natural de Jerez de la Frontera (Andalucía), España.

No obstante, Nicolás Monge (nacido hacia 1730), de quien desciende por varias líneas la madre de doña Zarela, no se ha podido vincular a Felipe Monge Merino, de quien muy posiblemente era descendiente. Sobre Nicolás Monge y Antonia Manuela González, véase Viaje hacia el silencio, en nuestra sección Podando el árbol.

   

Sus progenitores

De acuerdo con la página web de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, don Jorge Luis Villanueva Badilla, padre de doña Zarela, es licenciado en leyes por la Universidad de Costa Rica. Presidente, secretario y regidor de la Municipalidad de Cartago, profesor de derecho comercial en el Colegio Vocacional de Artes y Oficios de Cartago, del cual ha sido directivo durante varios periodos.

Añade que se desempeñó como abogado del Banco Crédito Agrícola de Cartago, juez civil suplente de Cartago, directivo y Presidente del Hospicio de Huérfanos de Cartago y diputado en los periodos 1966-1970, 1982-1986 y 1998-2002.

Además, en 1966 fue delegado al Congreso del Parlamento Latinoamericano en Brasil. Vicepresidente del Parlamento Latinoamericano y presidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica en el periodo 1983 - 1984. En 1983 fue delegado de la Septuagésima Conferencia Interparlamentaria verificada en Seúl Corea.

Por su parte, la madre de doña Zarela, doña Teresita Monge Arias, fue maestra y ama de casa.

Hijos del matrimonio Villanueva Monge:

•Zarela María Villanueva Monge (nació en Cartago, 24 de mayo de 1952), magistrada, casó con Armando Castellanos Robalo y con Fernando Zamora Carvajal. Del primer matrimonio hay dos hijos.

•Teresita Eugenia Villanueva Monge (nació en Cartago, 26 de diciembre de 1953), licenciada en trabajo social, casó con Jorge Madriz Mora. Padres de tres hijas.

•Rosa Emilia Villanueva Monge (nació en Cartago, 21 de febrero de 1956), abogada, soltera.

•Luis Gerardo Villanueva Monge (nació en Cartago, 6 de junio de 1957), abogado, casó con Lorena del Valle Hasbun. Padres de cuatro hijos.

•Circe Milena Villanueva Monge (nació en Cartago, 11 de junio de 1958), periodista y diplomática, casó con Salvador Padilla Siliceo (hoy divorciados). Padres de dos hijos.

•Djenane María Villanueva Monge [registrada Dgenane] (nació en San José, 12 de febrero de 1964), periodista, casó con German Mora Vargas (hoy divorciados). Padres de un hijo.

•Lucía Svetlana Villanueva Monge (nació en San José, 3 de julio de 1967), casó con Javier Rojas Marín. Padres de dos hijos.

   

Jorge Luis Villanueva Badilla

Jorge Luis Villanueva Badilla. (Foto: Asamblea Legislativa, sitio web).

    

Algunas curiosidades

A continuación se presentan algunas curiosidades de la genealogía de doña Zarela.

Entre los primeros aspectos que sobresalen, podemos señalar que, por parte de madre, doña Zarela desciende tres veces de los Monge González de mediados del siglo XVIII (véase Cuadro genealógico N°2). Esto muestra un fenómeno bastante frecuente en las familias costarricenses hasta mediado el siglo pasado (el veinte): el matrimonio entre parientes. Como se verá en el cuadro tres tatarabuelos de doña Zarela (24, 25 y 27, eran parientes próximos). Es decir, el abuelo paterno de doña Zarela (José Joaquín Monge Montoya) era hijo de primos y el bisabuelo materno-paterno de ella (Zenón Monge Monge) también era hijo de primos.

Caso similar presenta la abuela materna de doña Zarela (Emilia Arias Hernández), quien era hija de primos, parientes por Roldán (véase Cuadro genealógico N°3).

Por ejemplo, también desciende, doña Zarela, de dos hermanas homónimas completas, Juana Ramona Solano Navarro, la mayor casada con Manuel Francisco Monge y la menor casada con Ramón Monge (los Monge eran primos). Aunque la mayor es más frecuentemente citada como Ramona y la menor como Juana. (Véase Cuadro genealógico N°4).

    

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Zarela Villanueva Cuadro 3

  

    

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En el caso de la abuela paterna de doña Zarela (Agustina Badilla Barboza), también era hija de primos, Delfín Badilla Godínez y Emilia Barboza Valverde eran descendientes de Manuela de la Concepción Chinchilla López, esposa de Manuel Rivera Solano y de Miguel Eufrasio Badilla Jiménez (véase Cuadro genealógico N°5).

Como se dijo, salvo la generación de su padre, la familia de doña Zarela no ha estado vinculada al poder en los últimos 200 años, no obstante, desciende de conquistadores y algunas familias que sí lo han estado. Quizá el caso más notorio es el de los Fernández de Acosta (tradicionalmente citados como Fernández del Val, por el apelativo que recibieron en España, no así en Costa Rica, donde su fundador usó invariablemente Fernández Martínez), pues la nueva presidenta de la Corte –por su abuelo José Joaquín Monge Montoya– es tres veces descendiente de Juan Fernández Martínez (fundador) y su esposa cartaginesa, doña Cayetana de Acosta Arévalo. (Véase Cuadro genealógico N°6). Este ejemplo nuevamente muestra el fenómeno de la consanguinidad (matrimonio entre parientes).

   

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Asimismo, doña Zarela resulta pariente lejana de la presidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda (véanse cuadros genealógicos N°7, N°8 y N°9), y también del anterior presidente de la República, don Óscar Arias Sánchez (véase Cuadro genealógico N°10). El parentesco más próximo con doña Laura es por los Díaz Alfaro, cuyos descendientes están hoy distribuidos en sitios como Desamparados, San Rafael Abajo, Aserrí, Alajuelita, Hatillo y San Francisco de Dos Ríos, entre otros.

Aunque en esta pequeña investigación no se rastreó un posible parentesco entre los padres de doña Zarela, es probable que lo hayan tenido por Monge, pues don Jorge Luis desciende de Tomasa Monge, y doña Teresita, de Nicolás Monge. Tomasa y Nicolás fueron contemporáneos y muy posiblemente parientes. Asimismo, ambos tienen Arias entre sus ancestros: don Jorge Luis era bisnieto de Eduviges Arias (o Godínez, también conocida como Liduvina Arias o Godínez) y doña Teresita, de Francisco Arias.

Por supuesto, conforme retrocedemos en el tiempo, ya en el siglo XVI ambos comparten una buena cantidad de antepasados, lo que pasa entre ticos con ancestros remotos en el Valle Central.

   

Zarela Villanueva Cuadro 7

  

   

Zarela Villanueva Cuadro 8

   

    

Zarela Villanueva Cuadro 9

   

    

Zarela Villanueva Cuadro 10

    

Por otra parte, doña Zarela resulta pariente de don Jorge Rossi Chavarría (1922-2006) y del doctor Rodolfo Hernández Gómez (1950), recientemente elegido candidato presidencial del Partido Unidad Social Cristiana –PUSC– para las próximas elecciones, 1914. (Véase Cuadro genealógico N°11). Don Jorge Rossi Chavarría fue hijo de don José Rossi Monge y Amalia Chavarría Flores; fue político, abogado y empresario, uno de los fundadores del Partido Liberación Nacional, fue vicepresidente de la República (1970-1974) y diputado (1986-1990); a su vez, don José fue hijo de Nazareno Rossi Valentini y Rafaela Monge Monge (hermana de Zenón Monge Monge, bisabuelo de doña Zarela). Finalmente, don Jorge Rossi contrajo matrimonio con Virginia Umaña Volio (1923-1980), con quien tuvo, entre otros, a José Rossi Umaña (1961), ministro de Comercio Exterior durante la administración Figueres Olsen (1994-1998).

Por su parte, el candidato presidencial del PUSC –recientemente elegido tal– es nieto materno de Rosenda Monge Montoya, quien fue prima hermana doble de Silvana Montoya Monge, cuyos cuatro abuelos eran los mismos, pues el padre de Rosenda y la madre de Silvana eran hermanos carnales, y la madre de Rosenda y el padre de Silvana también eran hermanos carnales.

  

Zarela Villanueva Cuadro 11

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Los parentescos de los costarricenses con las presidentas

 

Con el ascenso al poder de una nueva clase política que se gestó a partir de la Guerra Civil de 1948, y que llega a su culminación con la victoria electoral de Laura Chinchilla Miranda, procedente de la clase media urbana (su padre oriundo de los barrios del sur fue funcionario de alto rango y su madre natural de una zona rural), surge un fenómeno genealógico inédito que se refiere a los parentescos que pueden tener infinidad de costarricenses con la presidenta. (Obtenga aquí un PDF de la Genealogía de la presidenta Laura Chinchilla Miranda).

Pero esto se amplía también a otros altos funcionarios del país como la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, que es el caso que analizamos en esta columna y que presenta, genealógicamente hablando, algunas similitudes con la de la mandataria, como habíamos llamado la atención líneas arriba.

Tradicionalmente, un costarricense promedio puede vincularse con la mayoría de los presidentes del país, pero invariablemente tal vínculo se concreta a veces tres siglos antes, algunas veces incluso, el origen común se remonta a la época de la conquista.

Hoy, sin embargo, muchas personas de familias alejadas del poder político durante siglos, pueden decir que son parientes -no tan lejanas- de la presidenta de la Corte o de la presidenta de la República. Además, valga recordar, como ya lo dijimos, que el padre y el hermano de la presidenta de la Corte fueron presidentes de la Asamblea Legislativa.

Desarrollaremos un solo ejemplo, pero podríamos llenar páginas con casos similares de personas sin vínculos con el poder político.

Evelyn Granados Díaz nació en San José (Hospital Calderón Guardia), creció en San Rafael Arriba de Desamparados, realizó sus estudios primarios en la escuela Manuel Ortuño Boutín, los secundarios en el Colegio Nuestra Señora de Desamparados y los universitarios en la Universidad Latina, donde obtuvo su título como periodista. Creció como una muchacha de clase media urbana, como tantos otros costarricenses. al calor de las grandes reformas que se iniciaron a mediados del siglo pasado.

Evelyn ha trabajado en diversos medios de prensa -actualmente (junio del 2013) se desempeña como community manager en El Financiero- y, además, ama cantar y ha llevado cursos de canto en la Universidad de Costa Rica. Ni ella ni su familia cercana tienen vínculos con el poder político, pero su abuelita materna Sara Díaz Picado era nieta de un medio hermano de la abuela de Rafael Ángel Chinchilla Fallas (padre de la Presidenta de la República) y, además, era bisnieta de un hermano de la bisabuela de Agustina Badilla Barboza, abuela paterna de la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia. (Véase Cuadro genealógico N°12).

Zarela Villanueva Cuadro 12  

 

Djenane Villanueva Monge perfilcrEl rostro de la periodista Djenane Villanueva Monge es muy conocido pues trabaja en Repretel y es corresponsal de CNN en Costa Rica desde hace más de una década. (Foto: perfilcr.com).

  

Luis Gerardo Villanueva Monge nacioncomEl abogado Luis Gerardo Villanueva Monge, diputado por Liberación Nacional (2010-2014), fue presidente de la Asamblea Legislativa (2010-2011), como su padre. (Foto: nación.com).

   

    

Anexos

A continuación algunas publicaciones relacionadas con la familia Villanueva Badilla:

  

En La Nación del domingo 3 de octubre de 1954, pág. 50, se publicó el siguiente texto:

  

La distinguida boda de mañana en Cartago

 

Mañana lunes a las ocho de la mañana, en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, el Rev. Padre Enrique Bolaños Quesada impartirá la bendición nupcial al caballeroso joven don Jaime Villanueva Badilla y a la encantadora señorita Arelene Shofield Bernhard.

Pertenece el novio al estimable hogar de don Luis Manuel Villanueva Pazos y doña Agustina Badilla de Villanueva, y se ha destacado en el ambiento cartaginés por sus magníficas dotes de hombría de bien, siendo un ejemplo por su juventud luchadora y esforzada. La linda prometida es hija de los apreciables esposos don Octavio J. Schofield Novello y doña Mercedes Bernhard de Schofield; en ella brillan las mejores virtudes y todas las gracias que hacen de la mujer un poema.

Acompañarán a la gentil pareja en calidad de padrinos las siguientes personas:

O.J. Schofield y Agustina de Villanueva; Luis Manuel Villanueva y Mercedes de Schofield, Octavio Schofield Jr. Y Dora María Guzmán, Jorge Villanueva y Teresita de Villanueva, Rafael Bloise y Virginia de Bloise, Mario Terán y Lydia de Terán, Federico Monge y Marta de Monge, Claudio Moya e Inés de Moya, Ernesto Schofield y María Ester Guzmán, Álvaro Sojo y Jessie Schofield, Alfonso Valverde y Elisa Masís.

Porta-arras: Rosella Monge Monge.

Padrinos ausentes: Doña Josefa de Bernhard (Honduras); don Alberto Bernhard y Sra. (Honduras); Josefina Bernhard (EE. UU.); Greta Schofield (Canadá); don Carlos Watson y Sra. (Honduras); doña Carlota B. de Valladares (Honduras); don Alejandro Valladares B. (Honduras).

Maestro de ceremonias: Andrés Romero.

Después de la ceremonia religiosa se efectuará un brindis con carácter íntimo en la residencia de la familia de la novia.

Al dar cuenta del grato suceso que constituye la fundación del nuevo hogar Villanueva-Schofield, tenemos para los distinguidos contrayentes nuestros mejores votos de felicidad.

 

 

En La Nación del miércoles 27 de octubre de 1965, pág. 50, se publicó la siguiente crónica social:

 

Boda Villanueva Sánchez

  

Un grato acontecimiento social tuvo lugar en Cartago el sábado 23 de los corrientes: la boda del Sr. Víctor Manuel Villanueva Badilla con la linda señorita Maria Luisa Sánchez Gómez, hoy señora de Villanueva. Son hijos de los honorables hogares de don Luis Manuel Villanueva Pazos y doña Agustina Badilla de Villanueva; y de don Federico Sánchez Víquez y doña Alice Gómez C. de Sánchez.

El acto tuvo lugar en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de aquella ciudad, a las 9:00 de la mañana, templo en el que fue captada esta fotografía de los jóvenes esposos que aparecen llenos de felicidad después de haber celebrado su desposorio.

En los elegantes salones del City Garden se llevó a cabo una espléndida recepción y allí los contrayentes fueron muy congratulados por sus familiares y amistades.

La Nación saluda cordialmente a los esposos Villanueva-Sánchez y formula los mejores votos por su eterna ventura y prosperidad, uniéndose así al beneplácito con que ha sido recibida su unión matrimonial en el amplio círculo de amistades.

 

En La Nación del sábado 17 de julio de 1976, pág. 8B, se publicó el siguiente texto:

  

Bodas de Oro

  

En ocasión de las bodas de oro de los esposos don Luis Manuel Villanueva Pazos y la señora Agustina Badilla Barboza, se celebrará hoy sábado 17 de julio una misa en horas de la noche en su residencia.

Don Luis es empresario comerciante e industrial de la ciudad de Cartago, donde ha ocupado elevadas funciones públicas como el ser miembro de la junta directiva del Banco Crédito Agrícola de Cartago y regidor municipal por el cantón central de la provincia.

Doña Agustina se ha dedicado al hogar, educación de sus hijos y nietos y ha tomado parte activa en organizaciones locales de caridad y religiosas.

Esta fecha la reciben los esposos Villanueva Badilla con sus hijos: Rafael y Virginia Villanueva de Bloise, Jorge Luis y Teresita Monge de Villanueva, Jaime y Arlene Shofield B. de Villanueva, Carlos e Hilda Maydana de Villanueva y Víctor Manuel y María Luisa Sánchez de Villanueva, de sus veintinueve nietos y un bisnieto.

Será ofrecido un brindis íntimo en la residencia de don Luis Manuel y doña Agustina, quienes recibirán en este día las felicitaciones de familiares y amistades.

 

 

Amos y esclavos: las familias Fallas de Costa Rica (1684-1786)

 

La presidenta de la República, Laura Chinchilla Miranda; Ottón Solís Fallas, fundador del PAC; Yanancy Noguera Calderón, directora de La Nación; el escultor Jorge Jiménez Deredia y Jorge A. Jiménez Ramón, director de MarViva, entre otros, son descendientes de la esclava Dominga Fallas.


A Tatiana Lobo Wiehoff, maestra en muchas formas

 

Mauricio Meléndez Obando

 

Hace 20 años se publicó “Dominga Fallas o un siglo de engaños (1684-1786)” –que formó parte del libro Entre dios y el diablo, de Tatiana Lobo (EUCR, 1993)–, historia que escribí precisamente por invitación de Tatiana, a quien conocí algunos años antes en los archivos históricos mientras hacíamos nuestras investigaciones.

Ese fue mi primer artículo genealógico impreso y por eso lo celebro con esta curiosidad genealógica en mi sitio web.

Tatiana fue insistente en que tenía que contar las historias de los afrodescendientes que yo investigaba, pues eran prácticamente desconocidas en nuestro medio, y entonces tenía toda la razón.

Luego vendría nuestro libro Negros y blancos, todo mezclado (EUCR, 1997), en que mostraríamos otras historias de estos antepasados –africanos unos, de origen africano otros– de los ticos vallecentraleños.

En aquellos años, hacer genealogías extensas y desenmarañar las relaciones de parentesco de grandes familias resultaba trabajo tedioso y lento, aunque sí sumamente entretenido.

Entonces, en el país del serrucho en mano (como bien lo describió la adolescente Yolanda Oreamuno hace más de 75 años), me gané epítetos que algunos creían que me molestaban cuando en realidad me enorgullecían (como “el genealogista de los negros”, “de los esclavos”, “los negritos de Mauricio”, etcétera), aunque en realidad mis intereses eran –y son– mucho más amplios, pues también me interesan los antepasados indígenas (y no me refiero solo a las “princesas indias”), los españoles (y no me refiero solo a los reyes, príncipes e hijodalgos), los italianos, los chinos y un largo etcétera, como lo pueden mostrar mis publicaciones en las últimas dos décadas.

Lo que sí fue real es que, debido al racismo y clasismo imperantes en la genealogía costarricense del siglo XX –salvo muy contadas excepciones– (quisiera pensar que ya no en el XXI), decidí dar prioridad a la historia y genealogía de los afrodescendientes y amerindios relegados por esa tradición genealógica costarricense (y me atrevería a decir hispanoamericana).

Tradicionalmente, las raíces africanas en las familias hispanoamericanas han sido menospreciadas y las de indígenas solo se han investigado cuando se refiere a “princesas indias”.

Negros y blancos era la punta del iceberg de la presencia africana en las familias del Valle Central, según se podía prever por las ramas desconocidas que se intuían entonces de los árboles genealógicos que elaboramos.

Con las facilidades actuales para realizar investigación genealógica en Internet y con los recursos existentes, hacer genealogías extensivas es mucho más rápido y simple que hace 20 años. Por ejemplo, Ramón Villegas Palma hizo la más grande cantidad de índices de matrimonios del país en su momento que incluía más de 40.000 partidas. Hoy, una genealogía para la que se tardaba hasta un mes se puede hacer en una semana o mucho menos.

De tal manera que los árboles que hice para Negros y blancos lucen hoy muchos más frondosos y con infinidad de ramas que estaban “ocultas” en aquella época. Esperamos poder compartir pronto una versión ampliada de ese trabajo.

En julio del 2002, cuando trabajaba para el proyecto “¿Memoria u olvido? Africanía e identidad en Centroamérica”, dirigido por el historiador estadounidense Lowell Gudmundson, participé como ponente en el VI Congreso Centroamericano de Historia, en la ciudad de Panamá, con “Amos y esclavos: las familias Fallas de Costa Rica (1684-1786)”, que era una versión modificada de “Dominga Fallas o un siglo de engaños (1684-1786)”, un poco más apegada a los documentos históricos consultados.

Hoy compartimos una versión revisada (la original se puede encontrar en https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/text4.html) con un plus novedoso y que resultará muy interesante para cualquier costarricense: una serie de cuadros genealógicos y algunas fotos. En el Cuadro genealógico N°1, podrá verse la descendencia de Dominga que aparece citada en la historia de los 100 años de esclavización de esta familia.

 

C1 Dominga Fallas

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Hemos incluido varios cuadros genealógicos que muestran la gran cantidad de descendientes de Dominga que hoy ocupan posiciones relevantes en la sociedad. La más destacada políticamente es la presidenta de la República, Laura Chinchilla Miranda, pero también quien fue su principal contendiente en las elecciones del 2010, Ottón Solís Fallas, y uno de los correligionarios de este, Juan José Vargas Fallas, diputado por el PAC del 2002-2006. (Véanse Cuadros genealógicos N°2 y N°3).

Además, puede bajar la genealogía de Laura Chinchilla Miranda en la siguiente dirección: https://docs.google.com/file/d/0B_8NCLOKIc6YM2hLSjVtcGRIck0/edit?usp=sharing.

También los descendientes de Dominga pueden aparecer en el área del periodismo, como Yanancy Noguera Calderón, actual directora del periódico La Nación; Mario Bermúdez Vives, editor del semanario El Financiero; Emilia Mora Gamboa, compañera de trabajo hace ya algunos años en La Prensa Libre, y Rooney Sánchez Bolaños, también ciclista e historiador de esta disciplina, a quien igualmente conocí en La Prensa Libre; en el área de la cultura, el escultor Jorge Jiménez Deredia y el fotógrafo Lino Verny Sánchez Chacón; en el derecho, Agustín Meléndez García, asesor jurídico en el Registro Nacional; en las ciencias, Jorge A. Jiménez Ramón, director de MarViva, y los doctores Marcial Fallas Díaz, Jorge Martín Aguilar Pérez –jefe de Patología a.í. en la Morgue Judicial–, Fermín Meléndez Cedeño, Álvaro Brenes Madrigal y Álvaro Brenes Calderón. (Véase Cuadro genealógico N°4).

También fue su descendiente Óscar Barahona Streber, varias veces ministro y segundo esposo de la escritora Yolanda Oreamuno Unger, y Calixto Madrigal Aguirre, viceministro de Salud.

 

C2 Dominga Fallas Laura Chinchilla

 

 

C3 Dominga Fallas Laura Otton

 

Igualmente algunos colegas genealogistas son sus descendientes, como el actual presidente de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, el educador Johnnatan A. Monge Sandoval; la bibliotecóloga Itza Yamileth Alpízar Fallas, integrante del consejo directivo de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica (Asogehi), y la profesora y artista plástica Jimena Sánchez Zumbado, del consejo editorial de la misma asociación.

También Emmanuel Mora Morales, creador del sitio Fotografías Antiguas de Costa Rica, el antropólogo y profesor universitario Marcos Guevara Berger, la profesora Ana Cecilia Hidalgo Calderón, Lisseth Fallas Solano –del Museo de Correos de Costa Rica– y Marianella Sandí Chinchilla –administradora pública–.

Conforme continuemos la investigación, irán sumándose más y más personas a este frondoso árbol cuya historia empezó en 1684, es decir hace 229 años.

Otro elemento igualmente curioso y, sobre todo, paradójico es que muchas de estas personas descienden de amos y esclavos; de ambos troncos de la familia: el que estableció la afromestiza Dominga Fallas y el que fundaron el español Francisco Fallas de la Vega y su esposa criolla, Mariana Solano Vázquez de Coronado, natural de Cartago.

Así, por ejemplo, la misma doña Laura Chinchilla Miranda, don Ottón Solís Fallas y doña Yanancy Noguera Calderón, entre otros de los citados en el Cuadro genealógico N°4, también son descendientes de la familia española. (Véase Cuadro genealógico N°5).

Por otro lado, es curioso que escritores como Carlos Luis Fallas Sibaja y Jorge Debravo y el actual arzobispo de San José, Hugo Barrantes Ureña, de orígenes obrero-campesinos, sean descendientes de la rama española –también muy prolífica–, establecida por don Francisco y doña Mariana. (Véase Cuadro genealógico N°5).

 

 

C4 Dominga Fallas Laura Otton y otros

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Los descendientes de don Francisco Fallas de la Vega y doña Mariana Solano están hoy en todo el país y en todas las clases sociales; en el Cuadro genealógico N°6, puede ver su descendencia parcial hasta los nietos de esta pareja.

Asimismo, al ver los cuadros genealógicos (pero sobre todo el N°4), cualquiera podrá comprobar que los costarricenses compartimos parentescos con cualquier “desconocido”, hasta con nuestros adversarios políticos, y debe ser esto algo que nos invite a reflexionar sobre nuestra hermandad como pueblo, no solo porque vivimos dentro de las fronteras de una nación, sino porque ese vecino “desconocido” es nuestro primo, porque su antepasado y el nuestro fueron los mismos, porque nuestros ancestros fueron hermanos, primos, tíos, sobrinos… Hoy nos sentimos separados, distintos, pero no hace mucho provenimos de un mismo tronco. Y no es esta separación –que está más en nuestra mente y corazón– la que nos hace sentirnos ajenos al dolor de nuestros paisanos, de nuestro vecino y aún de nuestro parientes más cercanos…

 

C5 Fallas Solano Yanancy Laura Otton

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Orígenes mezclados

 

Normalmente, cuando abordamos la historia familiar hispanoamericana en el periodo colonial, se hace necesario comprender las relaciones de poder, pero también las relaciones afectivas –muchas veces contradictorias–, entre los españoles (criollos o peninsulares) y los demás grupos sociales (indios, negros y, en el sentido más amplio del término, mestizos). No se podrá llegar a una aproximación certera de aquella historia familiar (pero también de la más reciente) si no estudiamos las familias en sus complejas y diversas relaciones sociales, económicas y étnico-culturales. Sin embargo, tradicionalmente, cuando se habla del origen de una familia hispanoamericana, sus miembros se remiten sistemáticamente a España (llamada “madre patria” por algunos genealogistas tradicionales) y olvidan el origen pluriétnico de nuestros pueblos, nuestra otredad: el indio y el negro. La razón de ese “olvido” tiene su fundamento principal en el racismo que se proyectaba (y se proyecta aún) contra el indio y el negro, quienes fueron colocados en la base de la pirámide social durante la Colonia (Meléndez Obando 1997a: 118 y 2000: 3).

Sobre el término tan difundido de la “madre patria”, Tatiana Lobo me decía hace años que nosotros, en América, deberíamos decirle “padre patria” a España… Y los estudios genéticos más recientes le están dando la razón.

De tal manera que ha resultado fácil para las familias americanas borrar de su memoria la parte de su origen que consideraron oscura, indeseable, y han exaltado aquella que las vincula con Europa. En Costa Rica, el olvido de estas raíces pluriétnicas ha sido sistemático, promovido por una historiografía oficial y una genealogía decimonónica que soslaya el origen diverso de nuestra gente y promueve el mito de la identidad “diferente” de los costarricenses respecto del resto de Centroamérica –especialmente–, abstrayendo al país de la realidad latinoamericana, como si se tratara de una isla solitaria... (Meléndez Obando 1997a: 118).

Así, el mito de una Costa Rica “blanca” ha producido un pueblo ignorante de sus orígenes mestizos, que practica el racismo heredado del régimen colonial y periodos posteriores de múltiples formas, una de ellas, quizá la más común, por medio de los chistes sobre los negros y los indios. Ese mismo mito es el que ha generado un pueblo que se siente superior a sus vecinos centroamericanos, a quienes llama despectivamente “indios”; un pueblo que refleja claramente el complejo de bastardía del que habla Leopoldo Zea (Meléndez Obando 1997a: 86). En la mentalidad popular y la historiografía tradicional de países como Argentina y Chile, con una población cuyo fenotipo mayoritario es blanco, también es fácil oír que no hubo negros ahí... Entonces, los costarricenses (y todos los latinoamericanos) no podrán tener una conciencia identitaria más auténtica, hasta que (re)conozcan su pasado y lo asuman plenamente como integrantes de un continente que comparte un pasado y sus consecuencias, cuyo origen común se remite a una historia de usurpación, violación, dolor y de amplia capacidad sincrética (Meléndez Obando 1997a: 86-87).

Si pretendemos llegar a un conocimiento integral del origen de los pueblos latinoamericanos, es fundamental el estudio de la esclavitud, que afectó ampliamente las relaciones socioeconómicas durante la Colonia y aun después de la Independencia. La esclavitud llegó a todos los rincones de América y aunque en cada lugar tuvo diferentes impactos, en todos desempeñó un papel relevante. Su incidencia en la historia familiar de nuestro continente espera ser desentrañada por una nueva genealogía, con novedosos enfoques que garanticen un abordaje interdisciplinario y libre de prejuicios (Meléndez Obando 2000: 10). Hace falta, pues, un estudio serio y profundo del mestizaje que se dio (y se sigue dando –solo que ahora con más participantes y con otras características–) en Nuestra América.

Y cuando hablamos de mestizaje nos referimos a algo más que al mero proceso biológico de mezcla entre españoles, indios y negros, aludo además al mestizaje cultural en nuestro continente, porque ¿dónde no se mezclaron españoles e indios, o africanos y españoles, o los tres? E incluso aquellos que aseguran no tener mezclas de sangre, ¿pueden afirmar no tener una cultura “mestiza”? Porque el fenómeno del mestizaje traspasa el asunto de la sangre, de los genes, y llega a todas las esferas de la actividad humana (Meléndez Obando 2000: 10).


C6 FranciscoFallasMarianaSolano

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Reconstrucción de una historia

Mediante la consulta de las fuentes documentales custodiadas en los principales archivos históricos de Costa Rica, intentaremos reconstruir la historia de dos familias íntimamente vinculadas durante poco más de 100 años pero ampliamente separadas por su estatus legal y social.

Hay dos familias Fallas en Costa Rica: una fundada por el peninsular Francisco Fallas de la Vega y la criolla doña Mariana Solano Vázquez de Coronado, su esposa; y la otra establecida por Dominga Fallas, “mulata blanca”, quien fue esclavizada por doña Mariana y su padrastro, Juan de Gamboa. La historia de estas dos familias se halla fuertemente atada por las cadenas de la esclavitud y quizá también entrelazada por vínculos de sangre que hoy nos son desconocidos.

Esta es una historia de mujeres, de distinta condición: las unas, determinadas absolutamente por su casta, por su posibilidad de reproducir mano de obra, trabajo para sus amos, mercancía humana de fácil venta, de fácil manipulación; las otras, sometidas a los designios paternos, sujetas a la voluntad expresa de un hombre –su padre, esposo o tutor–, quien determinaba y estructuraba su presente y su futuro, que construía o destruía sus vidas. Unas y otras inmersas en un mundo que decidía por ellas. Es la historia de una mujer, Dominga Fallas, que nunca decidió algo concerniente a su propia vida, esclavizada por hombres, usada por hombres y también por mujeres. Nació libre, tan libre como sus amos, pero sus protectores la esclavizaron seguros de que su acción no sería descubierta... Es la historia de una mujer que nutrió y sostuvo el poder económico de la familia española Fallas, cuyos valores cristianos no impidieron cometer sus múltiples atropellos.

Es la historia de otra mujer, doña Mariana Solano, atrapada por ese mundo que decidía por ella y para el cual había sido preparada, de la misma forma que ella lo hizo con sus propias hijas, quienes, como su madre, usufructuaron de esclavos “mal habidos” (y ¿cuál no lo fue?), a los que devolvieron la libertad únicamente cuando no podían ya sacarles más provecho, cuando la situación les impedía mantenerlos adecuadamente o cuando sus principios finalmente se imponían.

Es una historia de esclavitud y engaño. Afirmaban verlos como “compañeros”, pero seguían siendo sus esclavos, mercancía humana que engrosaba el haber familiar y su riqueza; aumentaba su poder y mejoraba su posición social. Durante más de un siglo, la familia Fallas supo del origen de sus esclavos, pero no era sencillo renunciar a una posición privilegiada y reconocer públicamente la verdad. Con la muerte inminente de la última involucrada directa de las acciones de la citada familia y sus declaraciones públicas, acaba también la esclavización de “los otros Fallas”, que llegaron a ser tan prolíficos como los de la rama española. Después de 45 años de esclavitud, Dominga Fallas recibió un papel que hacía constar su nueva condición de mujer libre. La carta de libertad, otorgada en la ciudad de Cartago, el 15 de diciembre de 1729, era la “recompensa” que sus amos le daban por el trabajo al que la había sometido desde su infancia.

 

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Laura Chinchilla Miranda, presidenta de la República (2010-2014). (Foto: elfinancierocr.com).


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Ottón Solís Fallas, fundador del Partido Acción Ciudadana(PAC) y su candidato presidencial en tres ocasiones. (Foto: elfinacierocr.com).

 

Sin embargo, nunca pudieron calmar el dolor que le causaba recordar que, aunque libre de nacimiento, había sido esclavizada. Este sufrimiento fue descrito por Antonio Mesén Fallas, quien en 1786 aseguró: “Que también conoció, el que declara, a la principal criada Dominga, muy vieja, quien cuando se acordaba de que la habían hecho esclava le daba como pasión y se la pasaba todo un día llorando y dándose cabezadas contra el umbral de la puerta donde se sentaba”.

Hija de una mulata libre y don José de Vergara –forastero procedente de Panamá–, Dominga nació en 1678 en los campos ejidos de la ciudad de Cartago, de donde partieron sus padres “para provincias” (Nicaragua o Panamá). La pareja regresó un año después a casa de doña Mariana Solano, a quien Vergara encargó el cuidado de la pequeña Dominga, como ahijada de la Solano. Doña Mariana nació aproximadamente en 1664 en Cartago, donde vivió durante su infancia y adolescencia, que alternó con visitas al valle de Aserrí (San José). Su padre, el teniente de capitán de caballos Pedro Solano, vivió de su trabajo personal y aportó un modesto capital al matrimonio; su esposa, doña María Vázquez de Coronado, llevó a su casamiento un suma considerable; sin embargo, ninguno de los dos contaba con grandes riquezas aunque sí con el destacado linaje de ilustres antepasados, los capitanes de conquista Juan Solano (natural de Trujillo) y Juan Vázquez de Coronado (natural de Salamanca). Cuando Francisco Fallas de la Vega, natural de la ciudad de Cádiz e hijo de Jacinto Fallas y Antonia de la Vega, arribó a Costa Rica, logró concertar un matrimonio ventajoso con doña Mariana, descendiente de conquistadores a quien le dieron una dote nada despreciable valorada en 935 pesos, que incluía tierras, ganado (vacuno y caballar) y una esclava, que entregó en 1684 el teniente de capitán de caballos Juan de Gamboa, en ese momento padrastro de la novia.
Con esta carta dotal quedó “oficializada” la esclavitud de Dominga Fallas y la numerosa prole que engendraría. Su tutora y madrina y el padrastro de ella firmaron la sentencia...

Doña Mariana poco antes de morir liberó a Dominga y a una de sus hijas, Feliciana, no así a los restantes ocho esclavos, que fueron repartidos, a su muerte y la de su cónyuge, entre sus hijos. El capitán Francisco Fallas y doña Mariana Solano fueron padres de María Marcelina, Dionisia, Luisa, Antonia María, Josefa Victoria, Francisco Nicolás, Efigenia y Jacinto, nombres siempre antecedidos por el tratamiento distintivo de don o doña exclusivo de los hidalgos.

Mariana falleció en Cartago el 19 de octubre de 1729 y tres meses después el capitán Fallas. Sus descendientes recibieron una considerable herencia, que incluía a los descendientes de Dominga. A doña María Marcelina le correspondió como herencia el mulato Juan Nicolás, a doña Dionisia le dieron como dote a la mulata Petronila, a doña Luisa le adjudicaron al mulato Bernardino, a doña Antonia María le correspondió la mulata Gertrudis, a doña Efigenia Fallas le dieron el mulato Manuel, a don Jacinto le heredaron el mulato Nicolás y a doña Josefa Victoria le adjudicaron a las mulatas Antonia y Polonia. Los cuatro primeros esclavos eran hijos de Dominga, y los otros cuatro, nietos de ella, todos consignados como mulatos, pero todos de rostros blancos. Esto porque, como había dicho una vez doña Efigenia, “[Dominga es] más blanca que nosotros”.

El único que no participó en la repartición de “esclavos” fue Francisco Nicolás Fallas Solano, quien había salido de Costa Rica en 1714 para nunca más volver. Como vimos, Dominga tuvo cinco hijos (Feliciana, Bernardino, Petronila, Juan Nicolás y Gertrudis Fallas) mientras estuvo bajo el mismo techo de los Fallas Solano, pero ignoramos quién fue el padre (o padres) de los vástagos de Dominga; si vemos otras historias de esclavas en Costa Rica, no resulta aventurero suponer que su amo, los hijos de este o allegados de la familia Fallas Solano sean los progenitores de estos mulatos blancos; sin embargo, no hallamos indicios al respecto... (Meléndez Obando 1996: 64-118; Meléndez Obando 1997a: 124-126, 128-139, 140-141; Meléndez Obando 1997d: 9-98). Las hijas de Dominga y algunas de sus nietas correrían la misma suerte que ella pues tuvieron varios hijos, pero no sabemos quiénes fueron los progenitores aunque en algunos casos se puede sospechar. Doña Gertrudis y doña Antonia Solano, hermanas de Mariana, y doña Andrea Gamboa Solano, sobrina de estas, contaron a los Fallas Solano la historia del origen de Dominga, sus hijos, nietos y bisnietos. A pesar de esto, una parte de la familia no creyó el relato y siguió gozando de la servidumbre de sus “esclavos”.

Doña Mariana casó en 1713 a su hija Dionisia con el capitán Manuel García de Argueta, peninsular natural de la ciudad de Granada, y como parte de la dote le entregó a Petronila; “esto lo hizo avergonzada de que como casaba una hija con un hombre rico y no tenía que darle, se la dio por razón de heredarla o dotarla, y tampoco esta no era esclava”, afirmó Josefa Fallas más de setenta años después. Aunque doña Dionisia y sus hijos no creyeron la historia contada por sus tías y prima, el 29 de abril de 1755 liberaron a Petronila, de 50 años, por lo bien que les había servido, cuando por vieja, no podían sacar más provecho de ella. De creer la historia que contaban sus parientes, debían renunciar a su privilegiado sistema de vida en la capital colonial; creer que Dominga y su progenie no podían ser esclavos significaba renunciar a por lo menos media docena de esclavos y al prestigio que aparejaba esto en una sociedad esclavista, implicaba convertirse en una familia criolla como tantas otras, con buena prosapia y nada más. Por su parte, Bernardino y Juan Nicolás Fallas, hijos de Dominga, fueron liberados por sus propietarias. El primero por doña Luisa Fallas, y el segundo por doña María Marcelina Fallas. Doña Luisa creyó la historia de sus tías y quizá conociendo las implicaciones moral-religiosas y legales de esclavizar a una persona libre, decidió libertar a su esclavo, por el que hubiera obtenido no menos de 250 pesos para su única heredera. Mientras, doña María Marcelina había recibido como herencia a Juan Nicolás. Cuando su esposo, el capitán José de la Cruz y Morales, murió en Panamá hacia 1758, su albacea, don Sebastián Sandoval, intentó vender a Juan Nicolás para adueñarse del dinero que obtendría. Sin embargo, al enterarse de las intenciones de Sandoval por medio del esclavo mismo, ella le envió, con el consentimiento de sus herederos, la carta de libertad a Santiago de Veragua, en Panamá, donde lo habían apresado a petición de Sandoval. Posiblemente en ese lugar habrá descendencia de Juan Nicolás.

Una actitud así pudo parecer extraña a sus allegados; de hecho, doña Nicolasa Guzmán, cuando se enteró de esta acción y conociendo la precaria situación económica en que vivía desde la muerte del capitán Morales, le preguntó: “¿Por qué, viéndose en tantas necesidades, no lo vende usted y se remedia? Guzmana [le respondió Marcelina], cómo le había de vender siendo tan libre como mis hijos..., si no desciende de esclavos”. En otra ocasión, la misma doña Nicolasa contó al padre García de Argueta, sobrino de las Fallas, lo que esta le había dicho: “Compadre García, su tía doña Marcelina Fallas me ha dicho que su mulato Nicolás no es esclavo porque no desciende de esclavos y que no lo puede vender porque, si lo ejecutase, se la llevaría el diablo”. El padre García de Argueta dijo a doña Nicolasa: “Comadre, mis tías de tontas y orejonas carecen de lo que es suyo, y pudieran vender sus esclavos y remediarse”. Doña Nicolasa, quien era amiga de la familia, comentó a doña Efigenia Fallas que el padre García afirmaba que sus tías “de tontas y orejonas” desconocían lo que era suyo, a lo que doña Efigenia respondió: “Calla Guzmana, que el padre no sabe de eso ni puede decir como nosotras que lo sabemos muy bien, porque todos los criados que poseemos los tenemos por compañeros y no les debemos ver como esclavos, porque el origen de todos los hubo mi madre de una muchachita más blanca que nosotros, que le dio un forastero, quien cuando se fue se la dejó a mi madre, a quien quería mucho, para que la criara y le ayudara, por eso ninguno debe acreditar que dicha muchachita era esclava”.

Años después, en 1785, Antonio Mesén Fallas, hijo de doña Efigenia, declara: “que siempre le oyó decir a su madre, doña Efigenia Fallas, que un esclavo que tenía nombrado Manuel Mesén que no podía ser esclavo porque era nieto de una muchachita que le había dado un forastero nombrado Vergara a su abuela doña Mariana Solano y que no solamente le oyó decir a la dicha su madre que no descendían de esclavos suspirando y dando a conocer que le dolía el que dicha cepa los tuviesen por esclavos sino también a sus tías doña Luisa, doña Marcelina y doña Antonia María [Fallas]...”.
Por otra parte, doña Antonia María Fallas Solano, cuando agonizaba, dijo al capitán Manuel de la Trinidad Fallas, su hijo, que tanto a Gertrudis (hija de Dominga), como a sus niños, Juan Antonio, José Cayetano, José Fernando y Manuel Valentín, los considerara como sus “compañeros”, mas no como esclavos, los días que Dios le diera de vida; que le prometiera que no los vendería ni donaría y les daría su libertad cuando él muriese.

 

Nazario Morales Fallas e hijas

Nazario Morales Fallas (1841) casó en 1874 con María Abarca Fallas. En la foto con sus hijas Ema y Agripina Morales Abarca, hacia 1895. (Foto: Colección de Emanuel Mora Morales).


Maria Abarca Fallas e hijos

María Abarca Fallas, con sus hijos Almira, Guido (en brazos), Agripina y Ema Morales Abarca, hacia 1896. María fue hija de Rafael Abarca Monge y Francisca Fallas Alfaro (1830), hija de José Fallas Monge (1789) y Concepción Alfaro Rojas; José fue hijo de Ramón Fallas Calderón y Paulina Monge; Ramón lo fue de Juan Antonio Fallas y Francisca Josefa Calderón, nieto de Gertrudis Fallas y bisnieto de Dominga Fallas. (Foto: Colección de Emanuel Mora Morales).

 

Belfort Morales Abarca y esposa

 

José Belfort Morales Abarca y su esposa, Elisa Fallas Valverde, el día de su matrimonio en 1906. Ambos descendientes de Dominga Fallas. (Foto: Colección de Emanuel Mora Morales).

JoséBelfortMoralesAbarca

José Belfort Morales Abarca (1876-1926), tataranieto de José Fallas Calderón, hijo de Juan Antonio Fallas, y este nieto de Dominga Fallas. (Retrato a lápiz hecho en 1953 por Alfredo Benavides, facilitado por Emanuel Mora Morales). (Para más información sobre don José Blefort, véase http://www.facebook.com/notes/fotografias-antiguas-de-costa-rica/la-vida-de-mi-tatarabuelo-jos%C3%A9-belfort-morales-abarca/10150600207865935)


FRANCISCO CHINCHILLA ULLOA

Francisco Chinchilla Ulloa (1852) fue hijo de José María Chinchilla Fallas (1824), cuarto nieto de Dominga Fallas. (Foto: Linoverny Colección).

 

Doña Antonia María testó en el valle de Aserrí, San José, en octubre de 1745, en él declara libre a Gertrudis, por el temor de que las puertas del cielo se cerraran para ella. Encarga el cuidado de los pequeños de Gertrudis a su hijo Manuel Trinidad, pero le recalca que debe verlos como sus compañeros fieles para que le sirvan hasta el día de su muerte. Sin embargo, el capitán Fallas incumple la promesa hecha a su madre, pues vendió a Fernando, por una pelea que tuvo con el esclavo. El capitán y su esposa, doña Micaela de Acosta, terminaron de criar a los pequeños hijos de Gertrudis Fallas, a quienes después cobrarían con su trabajo personal. Don Manuel de la Trinidad vendió la libertad a Juan Antonio, en diciembre de 1759, a cambio de que le construyera una casa y un trapiche sencillo con todos sus anexos, valorado todo en 200 pesos; este a su vez compró la libertad de su hermano Valentín, cuyo valor había sido repartido entre los primos y tías del capitán Fallas, quien murió en setiembre de 1772. Juan Antonio pagó parte de su valor y el resto le fue perdonado por los herederos de Manuel de la Trinidad. Doña Micaela de Acosta declaró acerca de Valentín y los demás esclavizados, en noviembre de 1785, que: “que siempre le oyó decir [a su marido] que [sus esclavos] eran libres, y que no podían ser vendidos, pero mi tía doña Dionisia Fallas le aconsejaba y decía que eran esclavos; que también le oyó decir siempre a las demás tías de su marido que no podían ser esclavos los referidos;... y que porque oyó siempre decir que ni este ni los demás eran esclavos le perdonó, aunque pobre, los cincuenta pesos”, del valor de Valentín que le había correspondido en la mortual de su esposo.

Esto se confirma en las declaraciones que hizo Antonio Mesén Fallas, sobrino de doña Antonia María, en setiembre del mismo año: “...que hallándose en la muerte de su tía doña Antonia María, esta, estando para acabar, llamó a su hijo, don Manuel Trinidad Fallas, y le dijo que aquellos sus criados Juan Antonio, Cayetano, Fernando y Valentín se los dejaba no por esclavos sino por compañeros para que le acompañasen sus días; y que por muerto él los dejara libres; y que el dicho don Manuel Trinidad, sin atender a lo que le dijo su madre en tal paso de muerte vendió a Fernando en Cartago a don Francisco Carazo...”. Por su parte, Cayetano quedó en poder de doña Tomasa Gómez García de Argueta (nieta de Dionisia Fallas), porque su esposo, el capitán don Romualdo Muñoz de la Trinidad, pagó el precio en que fue valorado (200 pesos) a los herederos de don Manuel de la Trinidad Fallas. Otra suerte corrió José Fernando Fallas, quien indignado por el incumplimiento de don Manuel de la Trinidad de la promesa hecha a su propia madre, lo enfrentó y le dijo que no había cumplido con la palabra que dio a su madre de tratarlos como fieles amigos y no como esclavos, y que los había hecho trabajar sin ninguna consideración.

El capitán Fallas le dijo que no entendía cómo podía decir eso cuando él los había mantenido desde que eran pequeños, se digustó y amenazó con venderlo. Fernando aceptó que el capitán los había terminado de criar, que los había alimentado y vestido pero que todo lo había cobrado con el trabajo suyo y sus hermanos, a quienes nunca vio como “compañeros”. Un mes después, en julio de 1768, José Fernando debía decir amo al capitán don Francisco Carazo, a quien fue vendido. Ese fue el costo de su osada queja. La herencia de doña Efigenia Fallas Solano fue el mulatillo Manuel, hijo de Feliciana Fallas (hija a su vez de Dominga), pero como no quería tener cargos de conciencia, lo liberó a escondidas de sus hijos. Manuel sería conocido después con el apellido de Pedro Bernardo Mesén, esposo de Efigenia. Cuando los hijos de Efigenia se enteraron de lo que hizo, el primogénito, Antonio Mesén Fallas, en ese momento recién llegado de Panamá, en su nombre y el de sus hermanos, preguntó a doña Efigenia: “Madre, ¿con qué motivos le ha dado usted la libertad a Manuel, siendo yo y mis hermanos sus herederos? Hijos [respondió doña Efigenia], este es tan libre como vosotros”.

Asimismo, cuando murió el capitán Manuel de la Trinidad Fallas, se le adjudicó a doña Efigenia, su tía, cincuenta pesos del valor del esclavo Valentín, “y conociendo ella que no podía ser esclavo se los perdonó”. En este tiempo, Antonio volvió a reconvenir a su madre para que no se los perdonara y los recogiera para él y sus hermanos. Su madre, este vez en todo cortante y firme, les dijo que “no comieran lo que no habían trabajado”. Cuando José Marcelino Mesén Fallas preguntó también a su madre sobre la liberación de Manuel, ella le explicó: “que no podía dejarlo por esclavo porque no lo era, y que no quería irse al infierno, ni que ellos tampoco se fueran; porque dicho esclavo era nieto de una muchachita que un forastero le había dado a su madre, doña Mariana Solano, en cuya casa había vivido para que le sirviera pero no como esclava”. Antonio, José Marcelino y sus hermanos, aunque un poco desilusionados y disgustados, se resignaron a la decisión de su progenitora, pensando, quizá, que efectivamente los estaba librando del fuego eterno del infierno.

Por su parte, el capitán Jacinto Fallas Solano, en cambio, vendió su herencia al presbítero Francisco de Ocampo Golfín, en octubre de 1733, en Cartago. El mulatillo Nicolás, de apenas nueve años, le costó al padre Ocampo 300 pesos. Ignoramos la suerte de Nicolás.

Finalmente, corría setiembre de 1785 y doña Josefa Victoria Fallas Solano, la última que aún estaba viva de todos sus hermanos, enfermó gravemente. Pensaba que antes de morir debía hacer público lo que su familia supo por más de cien años, entonces, mandó llamar al teniente de gobernador de la villa de San José, don León Bonilla, para dictar su testamento. Declara que su madre le dejó, cuando murió, dos muchachitas, Antonia y Polonia, las que –como a los hijos y nietos de ellas– ha tenido “por libres y no más que compañeras”. Ambas eran hijas de Feliciana y nietas de Dominga.
Efectivamente, doña Josefa había dado carta de libertad a Polonia en abril de 1731, cuando la esclava contaba apenas con ocho años, “por el amor que le tengo y por otras justas causas que tengo”; y, además, en mayo de 1776, le había vendido a la misma Polonia un pedazo de tierra en el paraje nombrado Palo Grande, en Dos Cercas (hoy San Rafael de Desamparados, San José). Polonia recibió un trato preferencial en relación con otros esclavos de la familia; así, don Manuel de la Trinidad Fallas era deudor de la mulata, quien en otra época había sido esclava de la familia; en 1729, don Francisco Fallas había previsto la libertad de Feliciana y Polonia, no así la de Antonia, en su testamento, por su amor, lealtad y fidelidad durante el tiempo que le habían servido (aunque Polonia, de escasos seis años, no le podía haber servido mucho), siempre que su valor se tomara del quinto de sus bienes, lo que en realidad no ocurrió.

Asimismo, en 1733, doña Josefa se compromete a dar la libertad a Antonia, a no venderla ni donarla, siempre y cuando esta le sirviera, la acompañase y cuidase hasta el día de su muerte. Sin embargo, 23 años después, doña Josefa le da carta de libertad para que Antonia termine su vida como mujer libre. Doña Josefa Victoria narró al teniente de gobernador la historia: “...cuando yo me criaba, continuamente oí decir a dos tías mías, doña Antonia y doña Gertrudis Solano, y también a mi prima doña Andrea Gamboa, que los criados que poseíamos mis hermanas y yo no los debíamos reconocer por esclavos, porque así estos como todo su origen fueron producidos de una muchachita nominada Dominga, que dio un forastero a mi madre, doña Mariana Solano, por haber sido su madrina de bautismo y que por ningún motivo esta descendía de esclavos”.

Y añadió: “Y aunque mi hijo, José Manuel Fallas, vino a esta provincia por el año 1768 y vendió a mi sobrino don Félix García de Argueta, sin mi voluntad, por empeños que traía, a uno de los hijos de la mujer Antonia, nombrado Juan Marcos, se lo consentí porque se remediase, aunque con bastante cargo de conciencia, y llevada por este escrúpulo, tuve a bien juntar su importe y darle a dicho mi sobrino para que lo pusiese en libertad conociendo que no podía ser esclavo”.

Doña Josefa Victoria teme caer en las llamas eternas del infierno, según ella misma confiesa. Además, no hay quién le reproche su acción, sus padres y hermanos habían fallecido. Entonces, concluye su testamento: “...Si en algún tiempo pareciere, judicial o extrajudicialmente, algún instrumento que acredite que yo tengo declarado que algunos de los que pasan por esclavos descendientes de la referida cepa, sépalo son y por esta causa se hallan esclavonizados [sic], para el paso en que me hallo y para aquí y para ante Dios la anulo y quiero que no valga en ninguna manera, pues todo lo referido en esta declaratoria es a lo que se debe estar según desde mi tierna edad quedé enterada de las referidas mías tías, quienes tenían obligación de saberlo y yo de declararlo como lo hago para que conste y encargo el contenido a mi hijo, José Manuel, que siempre que por sí o su apoderado venga a esta provincia haga guardar esta mi cláusula, que es cierta por lo cual le encargo la conciencia”.

Ante esta declaración pública, las autoridades se ven en la obligación de hacer todas las averiguaciones pertinentes. En primer lugar, el nuevo teniente de gobernador, don Antonio Pao, se dirige a casa de la enferma para indagar sobre los motivos que la han llevado a tal confesión, no fuera que sus esclavos o terceras personas la estuvieran obligando a esto. Doña Josefa Fallas, una vez hecho el juramento de rigor, además de repetir lo que tenía declarado en su testamento, informó a Pao de las personas que conocían la historia de esclavización: sus sobrinos Antonio y José Marcelino Mesén Fallas, Juana Josefa y Francisca Morales Fallas, Juan Fallas; doña Micaela de Acosta, esposa de su difunto sobrino Manuel Trinidad Fallas; sus primas Antonia y María Saborío Cordero, y doña Nicolasa Guzmán.

Todos, excepto doña Juana Josefa y doña Francisca Morales, coinciden en la historia de la esclavización de Dominga, salvo pequeñas diferencias en las versiones narradas. Al declarar doña Juana Josefa y doña Francisca Morales, ambas afirman que sus tías dieron la libertad a sus esclavos porque les sirvieron bien y que la madre de ellas lo hizo porque el albacea en la mortual de su padre intentó adueñarse de su esclavo.

Doña Francisca Morales declara: “que le oyó decir a su madre, que lo era doña Marcelina Fallas, que habiendo salido un forastero por el camino de Panamá con una mulata, este posó en casa de doña Mariana Solano, abuela de la que declara, y que le dijo que, en pariendo su mulata, le daría lo que naciera para que le sirviera a ella y a sus descendientes. Que este tal forastero se llamaba don José Vergara, quien con su criada hizo viaje para provincias, llevándosela ya parida de una muchachita nombrada Dominga y que antes del año de haberse ido volvió con su dicha criada y criatura a la misma casa de su abuela, a quien le dio la criadita para ella y sus descendientes pero que ignora le diese carta de donación de esclavitud, pues de esto nunca le oyó decir nada a su madre. Que dicha muchachita se crió y tuvo hijos, los cuales fue repartiendo entre sus hijos la referida su abuela y [a] estos siempre los tuvieron por esclavos”.

En abril de 1786, luego de investigar el caso y realizar las indagaciones necesarias, se determina que áun se hallan en cautiverio Cayetano, en poder de doña Tomasa Gómez García de Argueta; José Fernando, en poder de don Francisco Carazo; José Miguel y Javier, vendido por doña Dionisia Fallas. El rastro de Javier se pierde y nunca se supo más de él. El nuevo teniente de gobernador de San José, capitán Mateo de Mora, envía el expediente al gobernador de Costa Rica, don José Perié, a la ciudad de Cartago, y comunica además a todos los interesados. Entonces, José Fernando y Cayetano Fallas, “pobres cautivos en esclavitud sin serlo”, piden ser declarados libres del cautiverio en que se hallan “en mala fe constituidos” y piden que se mande a sus amos que prontamente les den sus cartas de libertad, y que si alguno se opone, “acredite como debe dentro de un breve término con la correspondiente escritura de esclavitud de la nominada Dominga que es el tronco principal de donde” provienen. El escribano público y de gobernación, don José Romualdo Zamora, busca afanosamente en los archivos a su cargo algún documento que haga constar la esclavitud de Dominga, pero el más antiguo que encuentra es la carta dotal a favor de doña Mariana Solano, otorgada en Cartago en febrero de 1684, en cuya partida 18 dice: “Item una mulata esclava nombrada Dominga, de edad de seis años poco más o menos, en 250 pesos. Y en toda ella no hay más eslavo que la dicha”.

No se pudo determinar que Dominga hubiera sido comprada ni adquirida mediante donación, porque, tal parece, no fue así. Perié decide consultar sobre el caso al licenciado don Juan Manuel de Zelaya, abogado en la Real Audiencia de Guatemala, a quien envío el expediente completo en agosto de 1786. Zelaya responde dos meses después y recomienda que José Fernando y Cayetano Fallas sean declarados personas libres. El gobernador Perié, atendiendo la recomendación de Zelaya y a su propio criterio, emite la sentencia el 13 de noviembre de 1786: “... Declaro por ingenuos y libres de esclavitud y servidumbre a los expresados Cayetano y Fernando Fallas y a los demás descendientes de la dicha Dominga Solano, y mando se les den certificaciones auténticas de esta determinación, si de ella no se apelare por los que hoy se dicen sus actuales dueños, a quienes se les hará saber su derecho contra los sujetos de quienes los hayan comprado o adquirido de otro modo y por esta mi sentencia definitivamente pagado, así lo pronuncio, firmo y mando se ponga en ejecución lo expedido para su puntual cumplimiento”.

Obtienen, así, su libertad Fernando Fallas, Cayetano Fallas y José Miguel García (este último bisnieto de Dominga) y sus respectivos “amos” no se oponen a la sentencia, pero los dueños de los dos primeros piden la restitución del dinero que habían dado por aquellos. En diciembre de ese año, el capitán don Francisco Carazo, después de ser informado de la sentencia que liberaba a Fernando, solicitó al gobernador Perié, “...en méritos de justicia, mande a los herederos de don Manuel Trinidad Fallas me satisfagan doscientos pesos que di al expresado por dicho mi esclavo y en cuenta un perol de cien libras que existe en poder de doña Ramona Fallas [hija de Jacinto Fallas Solano] una de dichas herederas como prenda conocida que di al referido Fallas en cien pesos y que los restantes [cien pesos] me los satisfagan en dinero como se lo entregué yo”. El juez de prevención don Manuel José López Conejo pide, en Tres Ríos, a doña Ramona Fallas Conejo, la devolución del perol, el cual es entregado a Carazo.

El caso fue remitido el mismo mes al teniente de gobernador de Villa Nueva, don Mateo de Mora. Después es retomado en febrero de 1787, cuando Mora es sustituido por don Félix José Fernández, quien comunica acerca de la demanda a todos los herederos de don Manuel de la Trinidad Fallas, muerto catorce años atrás, quienes deberían devolver las sumas de dinero que recibieron en 1773. En primera instancia, don Félix logra recaudar 244 pesos y cuatro reales y medio, de los que da cien pesos al capitán Carazo, quien queda satisfecho en su demanda, en agosto de 1787.

Mientras, a raíz de la sentencia de liberación de esclavos emitida por Perié, doña Tomasa Gómez, en junio del mismo año, pide a la Real Justicia que se digne mandar que los herederos de don Manuel de la Trinidad le restituyan los doscientos pesos que dio su difunto esposo, don Romualdo Muñoz de la Trinidad, por el esclavo Cayetano. Por su parte, Francisca Calderón, viuda de Juan Antonio Fallas (hermano de Fernando y Cayetano), pide le reintegren el dinero que su marido pagó por su propia libertad y la de su hermano Valentín, suma que ascendía a 241 pesos y dos reales. Debido a que habían olvidado a otros herederos de don Manuel Trinidad (los García de Argueta), recaudan una suma adicional que da un total de 258 pesos y tres reales, los cuales deben ser repartidos entre doña Tomasa y Francisca. Después de algunas rebajas que debían hacerse, el líquido quedó en 227 pesos, que dividido entre las dos mujeres, daba 113 pesos y cuatro reales para cada una.

Francisca Calderón, acompañada por sus hijos, recibió el dinero en enero de 1788. Sin embargo, Franisca debe dar cuatro pesos a su cuñado Valentín Fallas y veinticinco a su hermano José Calderón, en marzo de 1789, porque ambos aseguran que tienen derecho a parte del dinero que aquella recibió, por el trabajo personal que realizaron a favor de Juan Antonio Fallas. También en enero de 1788, doña Tomasa afirma que la suma que le corresponde la cede a la que fuera su esclava Gertrudis García (nieta de Dominga), por haberle pagado el marido de esta, Lorenzo Meneses, el valor de su libertad. De los tres demandantes, la “justicia” evidentemente favoreció a Carazo, quien recuperó el total de su “inversión”, el perol y los cien pesos (doscientos en total), esto tal vez por su buena posición social; era capitán, alcalde provincial y regidor de la ciudad de Cartago.

Asimismo, José Policarpo García, mulato libre nieto de Dominga Fallas y vecino de la Puebla de Nuestra Señora de los Ángeles de Cartago, pide en febrero de 1787 que le devuelvan 32 pesos de plata que había dado por su libertad al alférez real don Antonio de la Fuente, regidor y alcalde de Cartago, quien los tenía en calidad de depósito. Policarpo, de 52 años, había sido valorado en 50 pesos “por viejo y enfermo habitual”, a la muerte de su amo don Félix García de Argueta Fallas en 1779. Quiso adquirir su libertad pagando él mismo los cincuenta pesos, de los que había dado, en adelanto, 32. Luego la justicia ordenó al alférez de la Fuente que devolviera el dinero a José Policarpo, lo que hizo efectivamente, el mismo mes de febrero.

José Miguel García –hijo de Rita Fallas (o García), a su vez hija de Petronila Fallas, y esta hija de Dominga– fue liberado por el fallo del gobernador Perié. En ese momento, el esclavo estaba en Nicaragua pues don Andrés Arévalo lo había comprado al teniente de los ejércitos don Rafael Cárdenas, quien a su vez lo había adquirido de don José Mateo García, hijo de doña Juana García de Argueta Fallas. Ignoramos si la noticia de su liberación habrá llegado hasta Nicaragua. Dominga había muerto años antes, cuando todavía algunos de sus nietos y bisnietos estaban esclavizados.
Años después, dos descendientes de ambas familias, que por más de un siglo estuvieron separadas por su casta, durante los cuales los Fallas de la Vega esclavizaron a “los otros Fallas”, se casan en San José.

El 20 de mayo de 1798, se unen los dos troncos, Mateo de Jesús Fallas Calderón, bisnieto de Dominga Fallas, contrajo matrimonio con doña Francisca Mesén Rojas, bisnieta del capitán Francisco Fallas de la Vega y doña Mariana Solano Vázquez de Coronado. Después de esta unión habría muchas más durante todo el siglo XIX y muchas más aún durante el XX. Los descendientes de ambas familias se dedicaron mayoritariamente a la agricultura y ocasionalmente a otros oficios (carpintería, por ejemplo) aunque los miembros de la familia Fallas Solano eran dueños de terrenos más amplios y algunos de ellos destacaron ya desde la época colonial en cargos de cierta relevancia sociopolítica; incluso algunos llegaron a convertirse en grandes cafetaleros en el siglo XIX.

Por su parte, los miembros de la familia Fallas esclavizada pasaron muy pronto a convertirse en pequeños propietarios a partir de fines del siglo XVIII, también algunos destacaron como pequeños y medianos cafetaleros.

Precisamente, cuando se inició la segunda década del siglo XXI, una descendiente directa de Dominga –por doble vía– llega a ocupar la máxima posición política de Costa Rica: Laura Chinchilla Miranda fue elegida presidenta de la República en febrero del 2010.

 

Agradecimiento

El autor agradece la colaboración de Ramón Villegas Palma (con quien coescribí la genealogía de Laura Chinchilla Miranda), a Isidro Sánchez Vargas (quien me ayudó ampliamente con la genealogía de Ottón Solís Fallas), a Itza Alpízar Fallas (quien colaboró con su propia genealogía), a Emmanuel Mora Morales (quien me facilitó su genealogía), a Johnnatan Monge Sandoval (quien me ayudó con su propia genealogía), a Jimena Sánchez Zumbado (quien colaboró con su propia ascendencia), a Fernando López González (por quien elaboré la genealogía de su tío Carlos Luis Fallas Sibaja) y a Jorge A. Jiménez Ramón (por su propia genealogía).

 

Fuentes consultadas

Primarias
Archivo Nacional de Costa Rica
Protocolos Coloniales de Cartago
N°833, fs. 4 a 7. Carta de dote a favor de doña Mariana Solano Vázquez de Coronado (1684)
N°902, fs. 34 a 37. Testamento del capitán Francisco Fallas de la Vega (marido de doña Mariana Solano) (1729)
N°902, fs. 72 vuelto a 74 vuelto. Poder para testar de doña Mariana Solano Vázquez de Coronado (esposa de Francisco Fallas) (1729)
N°902, fs. 76 a 79 vuelto. Testamento de doña Mariana Solano Vázquez de Coronado (esposa de Francisco Fallas) (1729)
N°906, fs. 17 vuelto a 18. Poder del capitán Jacinto Fallas y su esposa, doña María Manuela de Echavarría, al capitán José de la Cruz y Morales, quien viajará a Panamá (1731).
N°906, fs. 24 a 25. Carta de libertad a favor de Polonia Fallas dada por doña Josefa Fallas (1731)
N°910, fs. 61 vuelto a 63. Carta de libertad condicionada a favor de Antonia Fallas dada por doña Josefa Fallas Solano (1733)
N°910, fs. 63 a 65. Reconocimiento de censo por parte de Pedro Mesén y doña Efigenia Fallas de la Vega (1733)
N°951, fs. 74 vuelto a 79. Testamento de doña Dionisia Fallas de la Vega Solano (viuda de Manuel García de Argueta)
N°954, fs. 1 a 20. Doña María Josefa García (esposa de don Manuel Saborío) vende un esclavo nombrado Diego a don Félix Joaquín Alvarado (1765).
N°957, fs. 27 a 29. Venta del esclavo Fernando Fallas realizada por don Manuel de la Trinidad Fallas a don Francisco Carazo. (1769)
N°958, fs. 64 a 66. Don Félix García de Argueta se obliga a favor de doña María Josefa Muñoz de la Trinidad, dueña de un esclavo llamado Juan Marcos Fallas. (1770)
N°957, fs. 76 vuelto a 77 vuelto. Carta de libertad de Juan Marcos Fallas, mulato, quien paga su valor a don Félix García de Argueta Fallas, como tutor de doña María Josefa Muñoz de la Trinidad, quien lo heredó de su madre doña Dominga Muñoz de la Trinidad (1771)
Protocolos Coloniales de Heredia
N°580, f. 91 a 92 vuelto. Carta de libertad a favor de Dominga Fallas
N°580, fs. 93 a 94 vuelto. Carta de libertad a favor de Feliciana Fallas.
N°583, fs. 28 a 30. Venta del esclavo Nicolás Fallas, mulato, realizada por el capitán Jacinto Fallas Solano al presbítero don Francisco de Ocampo Golfín. (1733)
N°591, fs. 44 a 46. Testamento de doña Antonia María Fallas de la Vega Solano.
N°601, fs. 2 a 3 vuelto. Carta de libertad a favor de Antonia Fallas. (1756)
Protocolos Coloniales de San José
N°416, f. 30. Carta de libertad a favor de Juana Cayetana, hija de Antonia Fallas.
N°417, f. 32. Carta de libertad a favor de Manuel Fallas [Mesén], hijo de Feliciana Fallas.
N°418, f. 34. Carta de libertad a favor de Petronila Fallas.
N°419, f. 41. Compra de libertad de Juan Antonio Fallas.
N°428, f. 79. Testamento de doña Josefa Victoria Fallas Solano (soltera) (1773)
N°429, f. 81. Carta de libertad a favor de Valentín Fallas (1774)
N°429, fs. 82. Testamento de doña Efigenia Fallas Solano (viuda de don Pedro Mesén) (1774)
N°431, fs. 88 a 89. Venta de un terreno de doña Josefa Fallas a María Polonia de Fallas (1776)
N°440, f. 127. Testamento de doña Josefa [Victoria] Fallas Solano.
Mortuales Coloniales de Cartago
N°790 Mortual del capitán don Manuel García de Argueta (viudo de Antonia Loínez de Iztueta Calvo y marido de Dionisia Fallas Solano) (1734)
N°800 Mortual de doña María Alfonsa García de Argueta Fallas (esposa de don Juan de Dios Gómez) (1751)
N°814 Mortual de don Félix García de Argueta Fallas (soltero) (1780)
N°938 Mortual del Juan Muñoz de la Calle (marido de doña Antonia Solano) (1696)
N°1310 Mortual de Juan Vázquez de Coronado (viudo de María de Madrigal y marido de Ana María de Mora Salado) (1669)
Mortuales Coloniales de San José
N°20 Mortual de Gregorio de Aguirre (marido de María Antonia Fallas) (1787)
N°146 Mortual del capitán don Manuel de la Trinidad Fallas (marido de Micaela Acosta) (1772).
N°151 Mortual de doña Liberta Flores Fallas (viuda de don Manuel [Díez] Dobles y don Félix Martínez) (1818)
N°153 Mortual de Ramón Fallas Calderón (marido de Paula Monge) (1811)
N°160 Mortual de don Pedro Mesén y doña Efigenia Fallas (1804)
N°163 Mortual de doña Josefa Victoria Fallas de la Vega Solano (1785)
N°167 Mortual de José Nicolás Fallas (marido de Cayetana Monge) (1782)
N°264 Mortual de doña Nicolasa Mesén Fallas (esposa de Francisco Javier Aguilar) (1805)
N°275 Mortual de Juan Méndez (casado con Antonia Fallas) (1809)
N°349 Mortual del alférez Antonio Saborío (marido de Teresa Cordero) (1773)
N°369 Mortual de don Pedro Umaña Chacón (marido de doña Manuela de Jesús Fallas) (1808)
Complementario Colonial
N°4718. Demanda de Francisco Carazo, Tomasa Gómez y Francisca Calderón para que los herederos de Manuel de la Trinidad Fallas les restituyan un dinero.
Archivo Histórico Arquidiocesano Bernardo Augusto Thiel
Sección sacramental
Libros de Matrimonios de Cartago N°1, N°2, N°3 y N°4.
Libro de Bautizos de Cartago N°1, N°2, N°3, N°4 y N°5.
Libro de Matrimonios de Heredia N°1 y N°2.
Libro de Bautizos de Heredia N°1 y N°2
Libro de Matrimonios de San José N°1, N°2 y N°3.
Libro de Bautizos de San José N°1, N°2, N°3 y N°4.

Secundarias

 

Castro Tosi, Norberto. 1975. "La población de la ciudad de Cartago en los siglos XVII y XVIII". En: Colección Norberto de Castro, editada por la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas. Págs. 11 a 48.

Fonseca, Elizabeth. 1986. Costa Rica colonial, la tierra y el hombre. Editorial Universitaria Centroamericana. Tercera Edición.

Gudmundson Kristjanson, Lowell. 1978. Estratificación socio-racial y económica de Costa Rica: 1700-1850. Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

Meléndez Chaverri, Carlos. 1982. Conquistadores y pobladores. Orígenes histórico-sociales de los costarricenses. Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.

Meléndez Chaverri, Carlos. 1972. Juan Vázquez de Coronado. Editorial Costa Rica.

Meléndez Obando, Mauricio. 1996. ”La familia de la mulata Josefa Flores. I parte”, en Revista de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica. Nº2. San José, Costa Rica. pp. 64 a 117.

Meléndez Obando Mauricio. 1997a. “Las familias”. En: Negros y blancos, todo mezclado. Editorial de la Universidad de Costa Rica. En coautoría con Tatiana Lobo Wiehoff.

Meléndez Obando, Mauricio. 1997c. “Luis Méndez de Sotomayor y su descendencia”. En: Revista del Archivo Nacional. San José, Costa Rica. pp. 33 a 67.

Meléndez Obando, Mauricio. 1997d. “La familia de la mulata Josefa Flores. Su descendencia II parte”, en Revista de la Asociación de Genealogía e Historia de Costa Rica. Nº3 y 4. San José, Costa Rica. pp. 9-98.

Meléndez Obando, Mauricio. 1998b. “Presencia de Africa en las familias de Costa Rica”, II Simposio de Estudios Afroiberoamericanos, Cátedra Unesco, Universidad de Alcalá de Henares, Abiyán, Costa de Marfil (publicada en Internet, en el sitio web http://www.nacion.co.cr/ln_ee/ESPECIALES/ raices/raices10.html).

Meléndez Obando, Mauricio. 1999a. “Presencia africana en familias nicaragüenses”, Simposio Hispanoamericano de La Ruta del Esclavo, Centro de Investigaciones Históricas de Centroamérica, Programa de Maestría en Historia y Escuela de Historia, Universidad de Costa Rica.

Meléndez Obando, Mauricio. 1999b. “El Día de las Culturas y las raíces de los costarricenses”. En: Raíces Nº10, La Nación Digital. Octubre de 1999. (página web: http://www.nacion.co.cr/ln_ee/ESPECIALES/raices/raices10. html).

Meléndez Obando, Mauricio. 1999c. “La investigación genealógica en Centroamérica”. En: Raíces Nº5, La Nación Digital. Marzo de 1999. (página web: http://www.nacion.co.cr/ln_ee/ ESPECIALES/raices/raices5.html).

Meléndez Obando, Mauricio. 1999d. “Los cambios de apellido durante la Colonia”. En: Raíces Nº3, La Nación Digital. Enero de 1999. (página web: http://www.nacion.co.cr/ln_ee/ESPECIALES/raices/raices3.html).

Meléndez Obando, Mauricio. 1999e. “Los últimos esclavos en Costa Rica”. En: Revista de Historia Nº39. Págs. 51 a 137. [Revista ganadora del Premio Nacional de Historia 2000].

Meléndez Obando, Mauricio. 2000. “La genealogía hispanoamericana en tiempos de globalización”. Ponencia a la X Reunión Americana de Genealogía y I Congreso Nacional de Genealogía. San José, Costa Rica.

Morera Brenes, Bernal y Barrantes, Ramiro. 1995. “Genes e historia: El mestizaje en Costa Rica”. En: Revista de Historia. N°32. pp. 43-64.

Newson, Linda. 1992. El costo de la conquista. Editorial Guaymuras.

Quirós, Claudia. 1990. La era de la encomienda. Colección Historia de Costa Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Romero Vargas, Germán. 1998. Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII. Editorial Vanguardia. Managua.

Sanabria Martínez, Víctor Manuel. 1957. Genealogías de Cartago hasta 1850. VI tomos.

Sánchez Rubio, Manuel. 1989. Monografía de la ciudad de Antigua Guatemala. Tomo I. Tipografía Nacional.

 

 

 

Peña Nieto y su parentesco con los ticos

 

Su primera esposa, Mónica Pretelini Sáenz (1962-2007), era hija de una costarricense

 

Mauricio Meléndez Obando

Este pequeño artículo –una mera curiosidad genealógica– fue motivado por un correo electrónico que envió Giselle Fernández Alfaro, nuestra amiga y compañera de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, a varios genealogistas. En ese correo destacaba las raíces compartidas con Mónica Pretelini Sáenz, esposa del entonces recién electo Enrique Peña Nieto. Esto me dio la idea de investigar, aunque superficialmente, la genealogía de doña Mónica, la que efectivamente se unía a muchos costarricenses y vinculaba a su viudo, Enrique Peña Nieto, con Costa Rica.

   Posteriormente, Julio Revollo Acosta, también compañero de la Academia, mencionó varios parentescos más con amigos comunes: Manuel Enrique Salazar Herrán y Jorge Francisco Sáenz Carbonell, entre muchos otros.

Efectivamente, por la variedad de apellidos y las extensas familias que involucra, doña Mónica se relaciona con la mayoría de los costarricenses del Valle Central, aunque con muchos de nosotros los vínculos son muy lejanos. Por eso, cuando hablamos aquí de parentesco, nos referimos a este de una manera muy amplia pues bien sabemos que el parentesco legal se acaba con el cuarto grado de consanguinidad o afinidad.

Asimismo, un artículo más corto se publicó en el semanario El Financiero (http://www.elfinancierocr.com/estilos-de-vida/penna-nieto-parentesco-ticos_0_170982921.html) y se dio una conferencia en el Club Unión, en San José, pero por la reciente visita de Peña Nieto a Costa Rica en febrero del 2013 cobra nuevamente actualidad.

 

Cuadro 1 GisellePeñaNieto

Cuadro Jorge Saenz Nieto

 

Peña Nieto

         Enrique Peña Nieto fue elegido presidente de México para el periodo que va del 1° de diciembre del 2012 al 30 de noviembre del 2018, y antes de iniciar su carrera por la presidencia como candidato de la coalición Compromiso por México se había desempeñado como gobernador del Estado de México (2005-2011).

Acerca de su vida personal se ha especulado mucho, sobre todo tras la publicación del libro Las mujeres de Peña Nieto (Oceano, 2012), del periodista y escritor Alberto Tavira, en el que se daba a conocer las cinco mujeres que han resultado significativas en la vida del político, según ese autor.

 

Matrimonio Monica Pretelini y Peña Nieto

Foto oficial de matrimonio de Enrique Peña Nieto y Mónica Pretelini Sáenz.
(Foto: republicayglobalizacion.com).

 

Este hombre nacido en Atlacomulco, Estado de México, en 1966, fue hijo de Gilberto Enrique Peña del Mazo y de María del Perpetuo Socorro Ofelia Nieto Sánchez. Tiene tres hermanos: Arturo, Verónica y Ana Cecilia.

Descendiente directo de Severiano Peña, quien fue presidente municipal de Acambay, Estado de México, en cuatro ocasiones: 1914, 1916, 1921 y 1923.

Su padre era pariente de Alfredo del Mazo González, gobernador del Estado de México (1981-1986), y su madre (hija de Enrique Nieto Montiel), de Arturo Montiel Rojas, gobernador del mismo Estado (1999-2005).

Peña Nieto contrajo matrimonio en 1993 con Mónica Pretelini Sáenz, nacida en la capital mexicana, en 1962, y criada en el municipio de Naucalpan, en el mismo estado. De este matrimonio nacieron tres hijos: Paulina, Alejandro y Nicole.

Mónica y su única hermana, Claudia, son hijas de don Hugo Pretelini Hernández, originario del Estado de Veracruz, y doña Olga Sáenz Jiménez, costarricense.

 

MonicaPretelini

Mónica Pretelini Sáenz (Foto: vanguardia-archivo).

 

         Según las notas de prensa publicadas en distintos medios, Pretelini Sáenz realizó estudios de Licenciatura en Historia del Arte y Filosofía en el Instituto Superior de la capital del país, donde cursó varios diplomados en Humanismo y Desarrollo Humano; se caracterizó por ser una persona comprometida con la asistencia social y su profesionalización; de ahí que en el tiempo en que encabezó los trabajos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia estableció el Diplomado en Asistencia Social e impulsó su primera generación en coordinación con la Universidad Autónoma del Estado de México.

         Por la madre de Mónica, se establece el parentesco por afinidad del presidente Peña Nieto con el pueblo costarricense y, posiblemente, buena cantidad de nicaragüenses. Obviamente, aunque con algunos costarricenses ciertamente comparte parentesco, con la mayoría de los ticos es más que todo simbólico, pues el origen común se remonta a menudo a la época de la Conquista (1561-1590) y la Colonia temprana.

 

 

Olga Sáenz Jiménez con Claudia

Doña Olga Sáenz Jiménez (de pelo cano), con su hija Claudia Pretelini Sáenz y los niños Peña Pretelini, cuando recibieron la presea Narciso Bassols, en  homenaje póstumo a Mónica Pretelini Sáenz. (Foto: milenio.com).

 

 

Orígenes familiares

Doña Olga Sáenz Jiménez, quien falleció en Naucalpan, Estado de México, en junio del 2010, fue hija de Vicente Sáenz Rojas y Dora Jiménez Guardia (véase cuadro genealógico aparte), descendiente de familias con amplia representación política y económica desde tiempos coloniales, pero que por su antiguo arraigo en Costa Rica, se vinculan a la mayoría de los costarricenses del Valle Central, indistintamente de su condición socioeconómica actual.

El padre de doña Olga, don Vicente Sáenz Rojas (1896-1963), fue un intelectual, miembro del Partido Unionista Centroamericano (PUCA), antifacista y prolífico escritor.

Don Vicente se graduó en el Liceo de Costa Rica en 1916 y luego viajó por Centroamérica, México y Estados Unidos. En algunos lugares de esos países trabajó como periodista y profesor.

Fue amigo y compartió ideales con el escritor Joaquín García Monge. Su contribución intelectual le ha merecido diversos estudios de historiadores nacionales y extranjeros.

El 12 de mayo de 1939, luego de regresar de una larga visita a España y Francia, Sáenz disparó tres tiros contra el alemán Herbert Knohr, pues este –se decía en una nota del diario La Tribuna– pretendía a quien había sido la primera esposa del escritor.

Don Vicente, luego de divorciarse de doña Dora, se trasladó a México con sus hijas Flora y Olga; y contrajo nuevas nupcias en el país del norte. Doña Dora, por su parte, contrajo después matrimonio con Knohr.

 

cuadro olga saenz jimenez

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Asimismo, doña Olga fue bisnieta del general Tomás Guardia Gutiérrez (1831-1882), presidente de la República, y del licenciado Vicente Sáenz Llorente (1832-1895), de activa participación pública, quien a su vez fue hijo de Francisco Saénz Ulloa (1794-1842), firmante del Acta de Independencia, y doña María Margarita Llorente y Lafuente (1801-1883), hermana de monseñor Anselmo Llorente y Lafuente (1800-1871), primer obispo de Costa Rica. El expresidente Abel Pacheco de la Espriella (1933) es cuarto nieto de doña Petronila Llorente y Lafuente, hermana de Anselmo y Margarita.

Don Vicente Sáenz Llorente tuvo una larga y distinguida carrera en el Poder Judicial. Fue procurador de reos, juez civil y de comercio de Primera Instancia de San José y de Liberia, fiscal y magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica en varias oportunidades. En 1874, cuando era presidente de la Sala Segunda, un decreto del presidente Tomás Guardia Gutiérrez, lo designó como presidente de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica y de la Sala Primera. También fue rector de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, la primera universidad del país.

Tomás Guardia Gutiérrez rev CR en S. XIX

General Tomás Guardia Gutiérrez, presidente de Costa Rica.
(Tomado de Costa Rica en el siglo XIX).

 

En agosto de 1876, tras el derrocamiento de su primo hermano el presidente Aniceto Esquivel Sáenz, el gobierno de Vicente Herrera Zeledón, lo designó nuevamente para presidir la Corte, pero declinó el cargo y se dedicó al ejercicio liberal de su profesión.  Como se dijo, don Aniceto Esquivel Sáenz, presidente de la República, fue primo de Vicente Sáenz Llorente, pero también fue tío de Marcelina Esquivel Fernández –esposa de Vicente–  y Elena Esquivel Rivera, ambas bisabuelas de doña Olga e hijas de Manuel Esquivel Sáenz (la primera con Gordiana Fernández Ramírez y la segunda con Pastora Rivera Machado).

El médico Carlos Sáenz Herrera (1910-1980), en cuyo honor se bautizó el Hospital Nacional de Niños, fue nieto de don Vicente y doña Marcelina y, por tanto, primo hermano de Vicente Sáenz Rojas, abuelo materno de doña Mónica Pretelini.

Algunos antepasados de doña Mónica Pretelini también fueron parientes cercanos de otros políticos que han ocupado los más altos cargos del país desde los albores de la Independencia, entre ellos Juan Mora Fernández (1784-1854), primer jefe de Estado (1824-1833); Manuel Fernández Chacón (1786-1840), jefe de estado; José María Montealegre Fernández (1815-1887), presidente de la República, y Próspero Fernández Oreamuno (1834-1885), también  presidente.

       Marcelina Esquivel Fernández y Alejo Jiménez Fernández, tatarabuelos de doña Mónica, fueron primos hermanos de Mauro Fernández Acuña (1843-1905), reformador de la educación en Costa Rica.

Don Alejandro Jiménez Bonnefil fue primo hermano de doña Josefa Jiménez Rucavado, madre de don Mario Echandi Jiménez, presidente de la República, pues Alejo Jiménez Fernández –padre de Alejandro– y José María Jiménez Fernández –padre de Josefa– eran hermanos.

 

MarioEchandiMonica

También por Jiménez, aunque con un parentesco más lejano, Alejo resultaba pariente de los licenciados Jesús Jiménez Zamora y Ricardo Jiménez Oreamuno, su hijo.

 

Por Castro, doña Mónica resultaría pariente de doña Laura Chinchilla Miranda, presidenta de Costa Rica (2010-2014).

 

LaurayMonica

 

 

Igualmente, doña Mónica resulta pariente de figuras de la política y la farándula vinculada con México, como Maribel Guardia, Chavela Vargas y Rafael Ángel Calderón Guardia, entre otros (véase aparte cuadro genealógico "Parentesco entre Mónica Pretelini Sáenz y varios personajes de la política y la farándula").

 

MonicaChavelaMaribel

 

 

Otros detalles

         Como nota curiosa, doña Mónica desciende –a través de su madre– del conquistador Jorge de Alvarado, hermano del adelantado Pedro de Alvarado, uno de los principales conquistadores españoles de Cuba, México, Guatemala, El Salvador y Honduras.

         Es justamente por su vinculación con muchos conquistadores de Costa Rica que Pretelini Sáenz comparte raíces con cualquier costarricense promedio.

En cuanto a doña Emilia Solórzano Alfaro fue hija, según todos los documentos oficiales, de don Rafael Solórzano Alvarado y doña Canuta Alfaro González; sin embargo, José María Figueroa, en su famoso Álbum, anota como padres de Emilia al citado don Rafael y a don Leonz de Vars, lo que sugiere que no se tenía certeza de quién era el progenitor de Emilia.

Vicente Sáenz Rojas (1896), abuelo materno de Mónica, era nieto de Nazario Rojas Escoto, quien nació en la ciudad de Alajuela, en 1847, pero cuyos padres, Benito Rojas y Carmen Escoto, eran oriundos de León de Nicaragua; en Liberia se establecieron varios de los hermanos Rojas Escoto, tras casarse con hacendadas de la zona, mientras otras hermanas suyas quedaron en León, donde habían casado.

Desciende también doña Mónica, del francés Juan Jacobo Bonnefil Hyde de Mayre, más comúnmente conocido como Juan Bonnefil, quien en 1860 dio sepultura en Puntarenas a los restos de quien fue su acérrimo enemigo Juan Rafael Mora Porras y el general José María Cañas Escamilla, a quienes se había mandado fusilar; tomaría el poder el golpista José María Montealegre Fernández.

Cuenta el escritor Joaquín Gutiérrez Mangel en sus memorias que Bonnefil –su antepasado francés–, viendo la difícil situación de Mora, le ofreció sacarlo en uno de los toneles que él usaba para transportar el vino, pero don Juanito, desconfiando de las intenciones del galo, rechazó la oferta que, quizá, le habría salvado la vida.

Juan Bonnefil contrajo matrimonio con Feliciana Quirós Solano, de Cartago.

Mónica Pretelini Sáenz falleció en la ciudad de México en el 2007, y Enrique Peña Nieto contrajo segundas nupcias en noviembre del 2010 con la actriz Angélica Rivera Hurtado.

 

JoaquiGutierrezMonica